viernes, 10 de febrero de 2017

GILIPOLLECES.

Yo me asombraría

hasta que los ojos se me redondearan como los de los pollos, por las cosas que pasan en este país, si no fuera porque cuarenta años vividos aquí -desde que me sacaron a la fuerza de España-, 

además de ser muchísimos años, ciertamente dan para muchas cosas y, para asistir, ver y oír, además de sufrirlas en mis magras carnes, muchísimas gilipolleces, de todo los tamaños imaginables. 

Y es que se sale a la calle, aquí, en Madrid por poner un lugar que conozco y,

arrastrándose por el pavimento, te tropiezas, tropiezas y vuelves a tropezar con un montón de gilipollas, sin que

haya quienes se preocupen de cogerlos y amontonarlos en algún rincón, lejos de cualquier confín conocido.

Gilipollez mentirosa y maligna es la actuación de nuestro ex- excelentísimo ayuntamiento, solicitando opinión -si, o no- al "pueblo", sobre decisiones que exclusivamente competen al equipo de gobierno del ayuntamiento, asesorados (actualmente, muy asesorados han de ser) por los técnicos municipales.

¿Qué coño de opinión técnica puedo tener yo sobre la gilipollez que se está preparando para la

(ahora) Gran Vía, para emitir un voto afirmativo o negativo? Yo os lo digo; ninguna con fundamento, como la gran mayoría de los madrileños. Aparte de que el uso del si, o del no, puestos en manos de los comunistas, ya sabemos cómo se entiende: "Si" si queréis que se haga peatonal esa calle. "No"; no queréis que no sea haga peatonal esa calle. El cinismo, y no hablo del de los Goya, es el gran activo de esa gente.

Pero la última gilipollez que ha llegado a mis oídos, no es autóctona de Madrid, sino importada desde la bella ciudad de Granada. Alguien, quizás bajo el embrujo de la Alhambra 

o, enajenado por la musicalidad de los surtidores de los jardines del  Generalife, 

o entrado en estado de éxtasis después de visitar ambos lugares (lo que no sería extraño ante tanta belleza), llegó a la conclusión de aportar su granito de arena en favor de la lucha reivindicativa por el feminismo, creando el "calendario (o quizás calendaria) femenino". Enera, Febrera, Marza... Y así, hasta Diciembra.

Si, es una gilipollez que pudiera parecer intranscendente; pero el uso por la gente menos preparada intelectualmente de "almóndiga" por albóndiga, parecía eso, una gilipollez; una simple patá al diccionario

hasta que unos cuantos gilipollas en estado "gagá profundo", la metieron de hoz y de coz en el Real Diccionario de la Lengua Española.

Eloy R. Mirayo.

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