martes, 10 de enero de 2017

ECONOMÍA SALUDABLE.

Seguro que lo habré dicho antes, pero con esta materia no me importa ser más pesado que una vaca en brazos; 

en este principio de mis creencias que me gusta remarcar: entiendo que el trabajo y el dinero son socios imprescindibles para la creación de una saludable economía.

El problema es que en la actualidad, de manera escandalosa, el dinero (el Capital), se ha asignado motu proprio, una presencia privilegiada en esa sociedad, 

relegando al Trabajo (al trabajador asalariado) a una presencia, que en cine tiene la categoría de "extra sin voz" que, si a mano viene, se desecha la longitud del celuloide en el que pudiera estar presente.

Así es que esa beneficiosa sociedad, la ha roto el  egoísmo; la avaricia; la usura. 

Que son las tres fotografías que identifican al duro y desalmado Capitalismo, monstruo capaz de corromper y de comprar al Poder y que, desde la sombra, como a muñecos de Guiñol, moverles a su conveniencia; usando esos cipayos aupados a altos y medios cargos "oficiales" para hacer en su beneficio, todo el trabajo sucio que consideren necesario.


Decía mi abuela Leonor que un rico y un obrero en el mismo bosque, empleando sus propios recursos; el rico sus dineros y el obrero sus manos; el rico, una vez que como único alimento se hubiera comido el papel moneda, moriría a la intemperie, de hambre y frío; mientras que el obrero sería capaz con sus manos y su esfuerzo físico de encontrar con que alimentarse; de cubrir su cuerpo y hasta hacerse un chabolo para guarecerse del frío y la lluvia.

Si se pretende que la fiesta termine en paz, alguien debería asignar a cada una de las dos partes los beneficios bien ajustados.

Y no serán estos los Sindicatos que lastimosamente le han salido al asalariado; defensor "judaico" (los que más que batallar por los legítimos derechos de sus representados, nutriéndose económicamente, además de las aportaciones de los trabajadores, del dinero "oficial"), que coquetean y compadrean desvergonzadamente como putas baratas de "barrio chino", con los amos del cotarro (esos que lideran la cabecera del ranking, la clasificación -donde tanto golfo hay- de las gentes más ricos del Mundo). Y es que cuando hace frío, se está más confortable al sol que más calienta que a la sombra de la decencia.

Nadie en su sano juicio debe frenar a los inversores su empeño, pero si debe racionalizar (vía impuestos) el excesivo volumen de sus beneficios y, lo que sería de lo más importante, los salarios de quienes con su trabajo, ayudaron a conseguirlos.


- Y cuando por la mañana abro los ojos, después de mirar con amor a mi mujer, le doy las gracias a Dios por regalarme un nuevo día.

Eloy R. Mirayo.


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