lunes, 9 de enero de 2017

LA "COSA" SIGUE IGUAL.

Pero la "cosa" sigue igual. Y es que la "cosa" es como es, porque como todo en este mundo precisa renovarse y es, por lo que las cosas viejas deben dejar hueco a las nuevas, para  que la maquinaria en constante renovación siga funcionando.

Pero entre tanto llega nuestro "momento", por cumplir con la debida obediencia, habrá que seguir escribiendo en la libreta que se nos dio en blanco, junto con el Alma y el imprescindible soplo divino de la vida, y que tendremos que entregar llegado ese "momento", y por el que seremos juzgados, según lo que hallamos sido capaces de escribir en él.

Durante esa "eternidad" en la que he estado ausente de nuestra querida tertulia, se me han escapado infinidad de cosas de las que constantemente nos afectan a todos, excluyendo a la extensa clase de sinvergüenzas, que viven de las rentas de nuestro trabajo y de nuestras insatisfechas necesidades, que suelen ser quienes son los padres de esas jodidas cosas, y de las infinitas prohibiciones que nos están afligiendo.

Y no solamente nos afecta a intereses económicos o laborales; que también afectan a la medida -cero al infinito- que ellos suponen de nuestra inteligencia. 

Solo desde esa perspectiva se puede actuar como están actuando la práctica totalidad de los actores que actuaron y vienen actuando en el aparato de la administración política de este país, desde la instalación de la Dedocaca Inorgánica. 

El "paga y calla  imbécil", dirigido a la masa, es el primero de sus perversos mandamientos. Nadie entiende, como no sea porque se admite con mansedumbre el peso de sus cojones, como razón de peso, que se tomen las decisiones que desde el Gobierno del Estado, de las comunidades autónomas o ayuntamientos se vienen tomando desde la jodida aparición del dichoso sistema político.

El país las está pasando putas, pero no todos ¡claro que no! Ahí tenemos a las excreciones de la política en activo, que inmediatamente se colocan en cargos, las más de las veces mejor remuneradas que de aquella de la que han salido.

Mientras tanto, en complicidad con las empresas, se ha reinventado  la esclavitud, con el nombre "contrato laboral" o como "autónomo". El contrato laboral más frecuente de cuantos los políticos democáquitos se han inventado tiene el mismo valor protector para el trabajador por cuenta ajena, que dos porciones del rollo de papel higiénico más barato del mercado. Y, en cuanto a la protección que le atañe al autónomo, solamente a la hijoputez de esta política podría habérsele ocurrido. 

Al anuncio de un puesto de trabajo, como premisa, en la mayoría de las veces, va unida la obligación de hacerse autónomo y ¿quién es el autónomo? El autónomo es aquella persona -mujer u hombre- que trabaja en una empresa sin más derechos que el cobro -sin locuras- mensual por su trabajo, que convive con el filo de la navaja barbera del despido pendiendo sobre su cuello, sujeto por el hilo subjetivo de la opinión del jefe, sobre su rendimiento. 

¡Qué ganitas teníamos todos de que nos amparara la Democaca bajo su manto!.

Eloy R. Mirayo.

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