miércoles, 11 de enero de 2017

LA COSA CONTINÚA JODIDA.

La cosa continúa jodida en este país, pero la solución -¡albricias!- parece haber brotado como un magnífico boniato de dos kilos, en el generoso terreno de la Democaca, un ungüento milagroso curativo de todo mal: las elecciones primarias en los partidos políticos. Si; se va imponiendo la especie "progresista" de una persona, o cosa asemejada, un voto, para investir con el manto de la gloria al cabecilla que, amén de dirigirles a ellos, los conmilitones en el partido, sea quien forme, junto a otros ejemplares de distintos pelos y distintos hierros políticos, en la variopinta torada que se presente a las próximas Elecciones Generales, con el propósito de gobernar -es un decir- al resto del paisanaje.

Un colega me aseguraba que una de las cosas más importante en el comercio es entregar al cliente su compra en un buen envoltorio. El coleguilla, en papel con su nombre; en etiquetas y estuches, se gastó hasta la última pieza de un céntimo de euro. Y resultó que un día entró un cliente, con casi intención de comprar, y lo único que se le pudo ofrecer fue papel con el nombre de mi colega, etiquetas e infinidad de estuches de todos formas y tamaños.

El problema no es que los partidos políticos funcionen con más o menos Democaca interna, sino que los que han sido elegidos en las urnas, cumplan fielmente con su obligación con honestidad y decencia, cosa que por lo visto es prácticamente imposible que así sea.

Es imposible conseguir algo tan sencillo, por la razón sencilla de que eso, no es el supremo mandato del sistema. El sistema político tan extendido en el primero de los mundos, está creado, y muy perfeccionado, para que sean lo más sinvergüenzas quienes mejor se desenvuelvan con él, y en él. Los demás, las personas normales lo único que percibimos, son las cosas que más nos joden: tristeza, prohibiciones gilipollescas e infinidad de impuestos.

Este jodidamente triste sistema político que no nos libra de la delincuencia, si nos señala el peligro que acarrean chistes y chanzas, pues te pueden denunciar como xenófobo; homófobo; racista o maltratador de la fauna y de la flora. Nada sobre "paletos"; nada sobre "mariquitas; ¡cuidado si el gracejo atañe a las "mascotas"; o afecta a algún territorio autónomo o municipal.  

Eloy R. Mirayo.

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