lunes, 3 de octubre de 2016

SÉSAMO SOCIALISTA.

Para mucha de la "gente importante" de la intelectualidad nacional, la situación en la que se encuentra el PSOE, tras la "purga" del sábado, es cosa mala, malísima, para el equilibrio político del país. Y sufren como en carne propia el desgarro de ese partido, que les es ajeno, casi, como la defunción de su mascota, la perrita "Fifí", 

una yorkshire terrier de catorce años, que fuera alimentada con filetes de solomillo de vacuno, y jamón de York. Y, aunque lejos de ser socialistas, desean una rápida compostura -aunque sea un remiendo, culo de pollo- que les coloque como cortafuegos ante el podemismo soviético. 

Por lo visto, para esa clase de prójimos timoratos, si no existiera este socialismo pijo, este país tendría que desaparecer, porque no podría vivir sin algo que parece ser tan imprescindible como el agua; oxigeno; la tierra que pisamos; la paella;  el caldo gallego; o el cocido madrileño.

Si seré inculto; resulta que el pasado sábado, desde las nueve de la mañana, ante la pantalla del televisor, cómodamente sentado en el sofá de casa, 

con el receso único -ni pa mea me levanté- de comer, estuve esperando, dándome el corazón saltos de gozo, el momento en el que el "señorito Pepis" presentara la dimisión, que yo tenía en mente desde que hace un par de años; justo desde el día que me enteré de su llegada al cago (no me he confundido).

Es así como son las cosas en este perro mundo; para unos las cosas son de

luto riguroso; lo que para otros representa un alivio de luto.

Lo que las distintas emisoras de televisión, al servicio del rojerío nacional, mostraron que estaba sucediendo a la puerta del "Sésamo socialista" de la calle Ferraz, a cualquier persona normal, respetuosa con las opiniones de los otros, le debe asquear hasta la arcada más profunda. Esa gentuza vociferante que amenazante se acercaba a los miembros del partido que se manifestaron en contra del Adonis líder que con solo levantar una de sus cejas 

les hacía humedecer las bragas a las "miembras" de su ejecutiva -y a más de una periodista de la capital- muestran, con claridad cristalina, el bestialismo cavernario que genera esa maldita ideología que es la misma, aunque no la circunstancia, que aquella que mostraron durante la década de los años treinta del siglo pasado, acaudillando la quema de iglesias y dirigiendo "checas". Algunos de los sociatas disidentes que el sábado vivieron esa presión (¡fascistas! ¡golpistas!), y algún que otro golpe, deberían recordar que algunos de sus próximos encabezaban los "escraches" que les montaron a varios representantes de otros partidos.

Yo no tengo pesar alguno porque en el "Sésamo socialista" se haya instalado, desde el pasado sábado, la autofagia de partido. Será un espectáculo cómico -que no pienso perderme- ver, como el "Club de la Comedia", cómo se van engullendo, los recién llegados, uno a uno, y una a una, igual que espárragos, a los "palmeros y palmeras sanchistas" que tanto jaleaban lo del "No; ¿qué es lo que no ha entendido del No?".

La jugada del arribista Sánchez, al tratar de esconder su mala gestión como Secretario General del PSOE, en el "No" a la investidura del señor Rajoy, se le frustró porque esa mentira tenía las orejas y las patas tan largas, que no podía haber un biombo tan grande que la pudiera cubrir. 

Solo los tontos y tontas, más tontos y tontas, pueden llegar a creer que la "carga de los mamelucos del difunto Pablo Iglesias -el bueno, porque está muerto-", se ha llevado a término por entregarle el Gobierno de este país -en el que aún sigo exiliado- al señor Rajoy. Ese será un mal al que deberemos tratar de acostumbramos a sufrir, al menos, durante los próximos cuatro años.

Eloy R. Mirayo.


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