miércoles, 28 de septiembre de 2016

LEJOS DEL MODELO DE DIGNIDAD.

Me contaron hace unos días que una "Madame", en cuyo prostíbulo las putas hacían lo que les venía en gana, 

sin atenerse a la más mínima disciplina, se acercó a un convento de monjas de clausura, que está en las cercanías, con la embajada de aconsejar a la Madre Superiora, para que el convento con sus propuestas funcionará mejor pues "me han llegado rumores de desórdenes internos".

-¿Desórdenes aquí? ¿qué desórdenes? -preguntó la reverenda Madre.

-Me han contado que algunas de sus monjas se encuentran confinadas en celdas; me figuro que eso habrá sido por mal comportamiento -expuso "la Madame".

-O sea -la reverenda Madre enjarró los brazos- que usted no es capaz de gobernar su lupanar y ¿quiere gobernar aquí, en una casa de Dios?.

Salvando la única distancia que yo vislumbro en este relato, si la trasladáramos a la actualidad de este país, es lo que separa -un insondable océano- el estado lamentable de este país (lo que vendría siendo el prostíbulo) , con la Gloria del Creador (el convento), ya que la necedad de "la Madame", es equiparable a la estupidez de toda la clase política pero, de manera más acentuada la del Adonis

socialista, empeñado en desgraciar, aún más, a este  entristecido país, sentando plaza en La Moncloa.

Lo que está ocurriendo desde el pasado mes de diciembre en el desarrollo político de este país, es como en la corta historieta de la monja y la chef de rameras; alguien que no es capaz de pastorear al  rebaño socialista, pretende gobernar a cuarenta millones de personas, mayoritariamente normales, con un gobierno "Frankenstein", que así lo llamó el "galgo Rubalcaba".

Ni lealtad al país; ni lealtad al partido es el currículo político del actual
líder del PSOE, al que su corte de liliputienses mentales, aupados por él, en el aparato del partido

(roto en mil pedazos ¡gracias a Dios!), tratan de sostenerle en el imposible equilibrio que él se ha buscado, subiéndose a la "cuerda floja". Un sargento, cuando hice la "mili", decía "donde no me han llamado ¿qué me querrán?".

Entre un montón de cosas, la Dignidad es un valor del ser humano que le distingue de manera extraordinaria. Es el motor intelectual que le hace reaccionar contra la injusticia, en cualquiera de las formas y maneras que se presente camuflada. Defiendes a la Patria; defiendes a la familia; se defiende uno de ataques traicioneros; defiendes tus creencias religiosas; defiendes al débil porque, si no lo haces, te conviertes en un ser indigno de pertenecer a la Humanidad.

Lejos del modelo de dignidad está quien, para alzarse a lugares que no le corresponden por incapacidad congénita profunda, como estamos viendo todos los habitantes de este país, es capaz de aliarse con cualquier clase de cabrón;

de robaperas; de golfos; de maleantes; de mangantes; y de gentes de mal vivir, sin tener en cuenta -porque no llega a tanto- que de esa manera se ataca a la Patria; se ataca a la familia; se ataca a las creencias religiosas; no se defiende el mismo del futuro  de sus aliados; y no se defiende al débil.

Eloy R. Mirayo.

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