martes, 26 de julio de 2016

MEDIDA DE CHOQUE.

También los paisanos de este país -algunos pocos- llegan a pensar bien, aunque un poquito tarde. 

Eso le ha pasado a Fernando Martínez-Maillo Toribio (Zamora, 28 de septiembre de 1969), actual vicesecretario general de Organización del Partido Popular, y Presidente Provincial de dicho partido en Zamora.

El caballero zamorano recientemente se asomó a los medios -como hacen los  buenos toreros- para mostrar a "la plebe" el magnífico producto urdido en los laboratorios de ideas políticas del partido. 

Un producto maravilloso que dará seguridad a las PIMES, y también servirá como freno para parar la sangría del paro. 

¡Bien, coño, bien! Bien por don Fernando, y hasta por la dama que le trajo a este perro mudo, para beneficio general.

El señor Martínez-Maillo nos desveló, a los paisanos de este país, y a los pocos españoles que aún continuamos aquí exiliados, el "ungüento curativo" que el ministro Montoro está intentando convertir en decreto, para aliviar esos dos "puntos negros" que continuamente acentúan nuestras dificultades económico-financieras.

El meollo del descubrimiento, una vez conocido, nadie puede dudar con razón de su bondad. El que el Gobierno del país, se haga cargo de las deudas que las comunidades autónomas no pagan a sus acreedores, no es que sea una buena medida, sino que debió ser LA MEDIDA DE CHOQUE, que ahora llega con legislatura y media tarde. Los dos años de las escurriduras temporales del gobierno Zapatero, y los cuatro últimos años de gestión del PP. 

¿Como es posible que nadie comprendiera que, ante una crisis de la que se desconoce el antídoto, las primeras medidas a tomar han de ser de choque, con la intención de parar, o al menos, suavizar los daños?.

Hoy, señores Montoro y Martínez-Maillo, la mayor parte de los daños 

son irreparables a corto y medio plazo y, de lo que quedó tambaleante sobre el precipicio, si es cierto que por primera vez cumplen con lo anunciado, aunque ahora está así de famélico, 

pueda ser que engorden pero, aun así, es tan escaso su capacidad productiva que su aportación nunca podrá ser la solución.

Porque es cierto que la medida que se intenta es muy importante, todos nos congratulamos; pero, la cosa, más nos jode el que no se hubiera aplicado a su debido tiempo, con lo que se habría logrado que la mayoría de las empresas desaparecidas, continuaran produciendo riqueza, con la imprescindible ayuda de sus empleados, hoy en el paro.

Ardua tarea se vislumbra para lograr que las puertas de los mercados que se permitió se cerraran, se vuelvan a abrir; no son puertas que se hayan cerrado para todos, como es obvio, sino que son las puertas que, al cerrarse, solamente han roto nuestras narices, por la poca preparación y mucha estupidez de nuestros políticos. 

Y me quedo con otros adjetivos, menos amables, para no darles opción a que pongan contra mi persona, su capacidad de maldad, que esa sí que tienen desarrollada.

Este país no es un país en el que la riqueza brote del terreno; aquí, si alguna vez hubo oro, 

se lo llevaron, primero los romanos, y más tarde, en los años treinta, los rojos (hoy progresistas) como donativo a la Unión Soviética. 

No tenemos petróleo; no tenemos plata; no tenemos una suficiente Industria. Tenemos sal, pero ya la sal ha perdido su parentesco monetario como cuando era el salario a cobrar; 

ya, hasta Sanidad la tiene conceptuada como algo dañino para la salud. Bien mirado la única riqueza que hay aquí, en este territorio, que no es poca, cuando se la sabe administrar, es la de las manos de sus gentes, como ha quedado escrito en la historia.

Eloy R. Mirayo.

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