martes, 24 de mayo de 2016

LO PRIMERO ES LO PRIMERO.

El funcionamiento social en España, y me figuro que más o menos será igual en los demás países, se divide en dos: los que forman la minoría que manda, y los que forman la mayoría obediente. 

Por lo general, los que mandan, a pesar de tenerlo todo: 

poder, preparación intelectual pagada en buenos colegios y universidades, dinero, están carentes del conocimiento, en la necesaria profundidad, de lo que es; de lo que se compone, esa otra desproporcionadamente desigual parte de la sociedad: 




la mayoría obediente; además de tener una visión distorsionada del "alma" del colectivo -no hablo de sentimiento religioso- , y hasta desconocen, a pesar de usarles en propio beneficio, sus necesidades de todo tipo, porque se lo impide ver la presencia de todo lo que ellos tienen.

La tabla de la taza del water es el asiento inspirador de mis mejores reflexiones;

haciendo un repaso de mis aciertos, que no voy a reseñar, todos han sido diseñados en esos momentos -unos de alivio; otros de sufrimiento, pero siempre satisfactorios- de mi cerebro, mientras que por otra parte de mi cuerpo... Bueno; lo que quiero decir es que hoy, mientras estaba sentado sobre la tabla de la taza del water, he leído una especie de artículo-entrevista-declaraciones, en el diario El Mundo, en las que la señora Ana Botín

reivindicaba "el desarrollo del talento". Eso en el encabezamiento; después, como entrada, pide consenso porque, a su juicio "la sociedad nos reclama que lleguemos a acuerdos para construir, empezando por la educación, un futuro más justo para todos" "es fácil sentirnos abrumados por las dificultades inmediatas" "una estrategia enfocada al desarrollo del talento" "asegure el desarrollo de todos, no sólo de algunos." 

Esa gente poderosa, me da a mí que no desgastan mucho la tabla de su water; eso les resta capacidad de reflexionar.

(taza de water fabricada en oro de 24 kilates) 

Por eso, aunque sean capaces de crear una larga parrafada, sin embargo no son capaces de elegir bien las prioridades. 

La señora Botín me recuerda a un amigo que sufrió un infarto de miocardio, Pepe, que así se llama, con los dolores en el pecho, con disnea y sudores fríos, estaba escuchando a su hijo que le decía "mira papá, vamos a comprar un chalet en Villalba, para que paséis mama y tú los verano". El pobre Pepe, haciendo un esfuerzo sobrehumano, tomó a su hijo por el cuello de la camisa y le grito con toda la potencia de su voz sobre el oído "pero hijo de mi alma, lo primero es lo primero, llama al SAMUR ¡no seas cabrón! .

Tenia razón mi querido amigo Pepe; lo primero es siempre lo primero. Eso es lo que la señora Botín, como la mayoría de los "instalados", no ha colocado como prioridad en los acuerdos que propone, porque la realidad es que no conoce eso, trabajo que borre paro, como modo de asegurar una subsistencia digna; obligación inherente a su condición. 

Nadie con el estómago vacío

puede llegar a ofrecer un brillante resultado intelectual; nadie que ha visto como a sus padres "el banco" les ha quitado la vivienda

por no poder hacer frente a sus pagos, está en las mejores condiciones anímicas para poder llegar a dar unos brillantes resultados intelectuales. 

La señora Botín y sus colegas, ya que tienen en sus manos el poder que otorga tener en la mano las finanzas, con ese consenso que propone, podrán ayudar muy seriamente a crear el clima necesario para que vuelvan a brotar (me he puesto poético) nuevas empresas en las que con su trabajo, los obedientes puedan recuperar la dignidad que les ha sido arrancada; cuantas personas están viviendo de la escasa caridad estatal, y de la "milagrosa" caridad de sus familias.

No; claro que no ¿quien en su sano juicio va a estar en contra del "desarrollo del talento?". Lo que ocurre es que si las cosas no cambian adecuadamente, los únicos "cerebros que se desarrollen" en este país serán, además de los familiares de doña Ana Botín y de sus colegas, la prole de los escogidos que mandan.   

Este sería un buen momento para que los banqueros que se han forrado con la usura

durante estos últimos cuarenta años, con el beneplácito -y algo más- de los políticos (yo llegué a tener que pagar, hace bastantes años, más de un 20 % de intereses a Caja Madrid, por un crédito personal, para poder sujetar mi pequeño negocio), hagan algo por los que con muchísimo sacrificio y trabajo por encima de las condiciones físicas, les hicieron mucho más ricos, mientras que a ellos (a nosotros) les iban haciendo más pobres.

Eloy R. Mirayo.

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