lunes, 9 de mayo de 2016

DOCTORADO HONORIS CAUSA EN POLIDESVERGÜENZAS.

Yo, al principio, viendo y escuchando lo que hacía y decía el elenco que apareció enchufado a la entonces nueva política, me quedaba, como decía un oficial que trabajaba para mi abuelo Tomás -el marido de mi abuela Leonor- en el taller de carros, cuando algo le sorprendía: "señor Tomas; me he quedao tonito", y con los ojos redondos como los pollos y agrandados como bandejas de camarero. 

Pues si, a qué negarlo; en ese principio yo, también me quedaba

"tonito", ante todo aquello que, como si fuera una mala película de "chinos", que se dice que son las peores, veía y oía qué estaba ocurriendo, sin que nadie lo remediase. Pero ahora, adquirido el doctorado honoris causa en la observación y sufrimiento en propias carnes, -como todos los españoles con sensibilidad e inteligencia- en polidesvergüenzas: "cambio de chaqueta de los nenes de la Secretaria Nacional del Movimiento -Suárez, Martín Villa; Cisneros; por poner un mínimo ejemplo-; choricerías; robos al Erario Público; mordidas prácticamente institucionalizadas; evasión de impuestos y fuga de capitales hacia paraísos fiscales; nepotismo y clientelismo desvergonzado -colocación en cargos institucionales, con sueldo "aparente", barraganas y barraganes con la única habilidad, que de su presunto comportamiento sobre el "pikolin"-.


Y, lo que más podría jodernos es que los muy hijos de puta decían que venían a rescatarnos de una impía dictadura. ¡Qué cabrones!.

Una buena prenda de vestir, por ejemplo unos

o unas bragas, aunque haya que lavarlas a diario, por el tipo de servicio que prestan, aparte de su suavidad y el confort que procuran, duran una barbaridad; en cambio, si las bragas

y los calzoncillos se compran en un "Todo a Cien" de los chinos,

es muy posible que al primer uso se te queden las "vergüenzas" al aire. Frío, si es invierno.

Pues bueno; como la gentecilla aquella, los jodidos "Padres del Consenso" -el padre de todos los consensos-, con Carrillo y su peluca rubia al frente, 

no eran de un género de la suficiente calidad, las sucesivas generaciones, en franca degeneración, poco a poco están logrando que precisamente nosotros, los españoles con sensibilidad e inteligencia y con bastante apatía,

(y hasta los que no llegan a tanto), estemos a punto de llegar a cubrirnos con una mano "alante y otra atrás",

nuestras partes pudendas.

Por Eloy R. Mirayo.

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