viernes, 29 de abril de 2016

TIBURÓN BLANCO COMO COMPAÑERO DE BAÑERA.

Los primeros síntomas que se aprecian de una carne que se ha podrido, aunque sea la de cerdo, es un olor inaguantable y, si sigues su continuar, verás como los gusanos comiendo esa putrefacción, se mueven como líquido agitado.

Políticamente hablando, ese, no tardando, pudiera ser el aspecto del señorito Pepis (Pedro Sánchez) después de su enorme cagada pro presidencial.

Próximamente se abrirá el akelarre

socialista y allí, en la apestosa (políticamente escribiendo) Sede

de esa tropa, en la calle Ferraz, de Madrid, donde le esperan con sus fauces decoradas de afilados dientes y colmillos, amenazando hacer con él lo mismo que los asquerosos gusanos hacen sin ningún respeto con toda clase de carnes (incluida la de cerdo) putrefactas -huélase, señor Sánchez, pero no debajo del alerón,

que ese olor es crónico y no cuenta- ya que, ciertamente usted no ofrece su versión más saludable y fresca. 

Las personas inteligentes son aquellas que ante la bifurcación del camino que les pueda presentar la vida, siempre eligen el camino bueno y, cuando no aciertan en la elección, son capaces de subsanar su error, haciendo bueno el mal camino, por muy malo que pudiera ser.

Los seres que, aunque entre nosotros -vistiéndose y calzados como Dios manda, algunos con ropa carísima que le pagamos los contribuyentes-  intelectualmente  se hallan en el tránsito entre el Australopithecus y

el Homo Sapiens; así, como con su comportamiento ha mostrado generoso en el tiempo el presunto putrefacto socialista, el señorito Pepis, (siempre, políticamente escribiendo) parece que es de esa clase de gentes, y a pesar de su descomunal ego, no alcanzan a tener puta idea de cuál es el bueno o el malo, de los caminos, por lo que imitando a las cabras, tratan de subir por las peladas trochas del monte y, como es lógico que pase, acaban despeñándose, consiguiendo como resultado cubrirse de infinidad de mataduras y chichones, sin ningún resultado positivo.

Mi abuela Leonor, si aún viviera, ante semejante momento -refiriéndose al momento político en general- diría que "Verás, Eloy; en la vida los fracasos en los que puedas incurrir, no serán mala cosa, si de ellos, inteligentemente sacas enseñanza". Lo que, arrimando la sardina a estas ascuas electorales, ella diría que, Dios, en su infinita bondad ha puesto a los españoles sufragistas ante una segunda oportunidad, para demostrar que están hechos a su imagen y semejanza. ¿A su imagen y semejanza...? Bueno; aceptaré al tiburón blanco

como compañero de bañera pero, creo que es demasiado exagerado. 

Por Eloy R. Mirayo.

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