martes, 8 de marzo de 2016

QUIEN ESTÉ LIBRE DE PECADO...

Quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra.

Así defendió Jesús a Magdalena; no porque fuera injustamente acusada de prostituta, sino escandalizado por la hipocresía de aquellos pecadores que, piedra en mano, estaban dispuestos a lapidarla.

Hoy podría usarse la sentencia de Jesús, en la tribuna del Hemiciclo del Congreso de los Diputados, viendo a tanto pecador dispuesto a lapidar a Rajoy.

Yo, como Jesús -salvando las grandísimas distancias- no entro a defender al presidente en funciones porque piense que es inocente, que me importa un pijo (que dicen por mi Murcia natal), sino por el asco que me produce contemplar tanta hipocresía; tanta suciedad de cuerpo y alma.

Es nauseabundo -muy perjudicial para estómagos sensibles- contemplar a través de la pantalla de la televisión, ese antro de "compra, venta y cambio" que es en lo que han convertido aquel foro digno de mejor gloria y, es por lo que a uno -o sea, a mí-  se le ocurre la pregunta del millón: ¿hay alguien que pudiera, en uso de su honradez, tirar la primera piedra?. Habiendo tanta moral distraída como se ve flotando sobre los escaños, quien pudiera ser "lanzador del chinarro", no tendría más remedio que demostrarlo de manera irrefutable; con certificado y tres pólizas de "veinticinco céntimos".

El espectáculo en el edificio de la Carrera de San Jerónimo, sería zarzueleramente chusco

si no fuera por lo negativo que está resultando para España en el exterior, y para los españoles en el interior. 

Lo que los medios de información diariamente nos muestran alegórico al momento político, nos muestra que no es lo más importante para ninguno de los buhoneros de los que allí

campan y acampan a sus anchas, encontrar -ni siquiera las buscan- las medidas de gobierno para solucionar los mil y un problemas con los que convivimos, sino señalar a sangre y fuego,  cual de aquellos corruptos/as es el más corrupto/a, y se señalan de forma destemplada, vociferantes como arrieros de reata de mulas, los unos a los otros, obviando su propio catálogo de corruptelas. Creando un símil barriobajero, donde las putas del lugar

para señalar a la puta más puta, se echan a la cara, metafóricamente hablando, la cantidad de polvos en los que cada una ha participado. 

Así, como también les es propio a nuestros políticos, no entienden -su cacumen no va más allá- que una puta/o lo es por alquilar su sexo,

independientemente de la cantidad de veces que lo ponga en circulación, o la cantidad de clientes que hubiera podido satisfacer. 

La corrupción en la que chapotean los políticos españoles, como hacen los cerdos en un charco de barro, es corrupción, independientemente de cuantas "mordidas" se hayan dado; durante el tiempo que lo han llevado a cabo; y el tamaño de los mordiscos. La corrupción política es la causante de:

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Hubo una vez, mi querido Nieto, un tiempo en el que las gentes trabajadoras de este país, que por entonces, con un buen ganado orgullo se llamaba España, apenas había paro, veía recompensado su esfuerzo, con unos sueldos infinitamente superiores a los que está cobrando tu padre (mil euros, menos los seguros sociales). Ese es el motivo por lo que tu abuela y yo, muy contentos, os hemos traído a vivir aquí, en nuestra casa, pagada con nuestro sueldo. Con este panorama ¡solo Dios sabe que será lo que te toque a ti...! 

Por Eloy R. Mirayo.

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