viernes, 26 de febrero de 2016

TOMADORES DE PELO.

Los tomadores de pelo usan las galerías de arte, para llevar a cabo su dedicación preferida, que no es precisamente la creación artística como explosión desde el interior de ese don divino que Dios no puso al alcance de todos, sino, como digo al comienzo, es la dedicación de un tiempo cronológico, de algunos "iluminaos", al  malévolo  deporte de tomar la cabellera al prójimo, al tiempo que cometen, con una tremendísima desvergüenza, un gran -dependiendo del tamaño de su fechoría- un gravísimos desacato al ARTE, a las reglas de la estética y al buen gusto. Pero sobre todo, al auténtico; al genuino ARTE.

Echando una "mirá" a las exposiciones de arte "moderno" que montan algunas galerías famosas como ARCO, las escasamente conocidas o las absolutamente desconocidas, este es el arte (con minúsculas) que prolifera, y que el espectador valiente y arriesgado se expone a tener que contemplar tan dañino espectáculo para el Espíritu, al tiempo que observa obras de arte -pocas- que si merecen ser reconocías como tales. 






Observar cosas así, como lo de la foto de ahí abajo, que no parece que sean verdaderamente artísticas, aunque solamente fuera por el arte que rezuma esa manita en alto, debería tener un lugar preeminente en el Louvre, junto al cuadro de la señora de enigmática sonrisa, La Gioconda.

El corte deja fuera a los artistas y da paso a los artesanos. La llegada de medianías intelectuales poco habilidosas a los puestos de responsabilidad gubernamental ha influido negativamente en las consideradas artes clásicas, Pintura; Escultura; Música; Literatura; Arquitectura. 

Como con ese aterrizaje el nivel de inteligencia no cuenta en demasía, la sensibilidad, la búsqueda de la belleza y el buen gusto en lo absoluto andan malamente zarandeados, por dejación oficial de la necesaria educación de los sentidos, por lo que han bajado hasta hacerse prácticamente inexistentes. Y se nos dan mala pintura, mala escultura, mala música; mala literatura; mala arquitectura. 

En cambio nos dan mierda jodia; la que muchos imbeciles, despreciando el bar asturiano "Casa Pepe", se comen en los restaurantes de moda. Eso sí; en pequeñas y carísimas porciones.

Y, es que como no hay cojones para "para cosas más serias", tomémonos la vida a chufla, pues chufla es cuanto nos rodea.

Por Eloy R. Mirayo.

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