viernes, 11 de diciembre de 2015

¡A OTRO PERRO CON ESOS HUESOS.!

Y vuelven a las andadas con el tema de la memoria histórica (memez histérica) y la coña marinera de las fosas comunes. Y es que los rojos tiene inventadas todas las formas posibles de tocarnos los cojones a las personas decentes, y esta "gaita" de los huesos, es la forma musical de tocárnoslos.

Hace unas pocas semanas, en un pueblo de no se que autonomía, con la llegada de los "okupas" al ayuntamiento, se montó la juerga de la rebusca de los huesos de algún paisano que hubiera sido fusilado por los "franquistas", y enterrado en una fosa perdida en alguno de los prados cercanos al pueblo.

La tarea comenzó con mal pie porque la memoria de los viejos del lugar solamente recordaba el asesinato del cura, don José y otras cuatro personas, una de ellas mujer a la que se le ocurrió gritar ¡Viva Cristo Rey!, simplemente por ser feligreses; del alcalde y de don Anselmo, que por entonces era posiblemente el vecino más rico, algo imperdonable. La cosa se arregló cuando al fin encontraron a alguien que dijo ser nieto del Antolín, y que creía que su abuelo después de fusilado, había sido, según le contaron sus padres, arrojado a una zanja, que cubrieron con arena.

El alcalde, okupa podemista él, le pedía con desesperación le señalara el lugar exacto en el que Antolín fuera enterrado.

-No se, pero por lo que me contaron, es posible que fuera en el prao del tío Liborio, que era falangista. Al poco de terminar la guerra murió en Rusia; se fue con la División Azul.

Como comunista, que al fin y al cabo es lo que son los de Podemos, el alcalde y tres de sus primos, a los que contrató con el dinero que el Estado regala para esa práctica, y el nieto de Antolín, y se fueron a cavar al prado del difunto tío Liborio.

Se pasaron la mañana picando y sacando arena con la pala y allí solamente sacaban raíces y lombrices.

-Pero ¿tu; estas seguro de que fue aquí? -bramó el okupa de la alcaldía harto de ver picar a sus primos.

-No puede ser en otro lugar pues, como puedes comprobar, todos los terrenos de alrededor solamente son de piedra. Seguid; seguid picando, seguro que lo vais a encontrar. 

A la vuelta de comer, con cargo al municipio, los tres primos siguieron picando y ya, cuando empezaba a saltar el Sol... ¡Aquí; aquí esta el camarada Antolín!, grito a pleno pulmón el primo que de los tres disfrutaba de la cara de más animal. Fueron sacando del hoyo los huesos con respeto al héroe sacrificado, y cuidadosamente los iban poniendo en una esterilla sobre el suelo, colocados de mayor a menor y cuando apareció la calavera, que era de un macho cabrio con los cuernos retorcidos, el nieto de Antolín tomó amorosamente el cráneo cornamentado en sus manos como lo hiciera el príncipe Hamlet y volviéndose al alcalde le espetó "le reconocería entre un millón; este es mi abuelo; ves como yo tenía razón".

Ni Lenin en la Rusia comunista tuvo mejor entierro que aquel jodido chivo. Y, es que ¡a otros perros con esos huesos!.

por Eloy R. Mirayo.

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