miércoles, 13 de mayo de 2015

LO DEMÁS SALE DE CORRIDO.

"En serio tío, si me fuera tu rollo sería el hombre más feliz del mundo". Eso es lo que le dice Melvin Vadall (Jack Nicholson) a su vecino homosexual, Simon Bishop (Greg Kinnear) en la película "Mejor imposible". 

Eso mismo le digo a Alberto Rivera, líder de Ciudadanos. Si me fuera este rollo democáquito, votando a tu partido, por ello no me haría el hombre más feliz del mundo, pero si ayudaría, quizás, a conseguir una brizna; la cosa no da para más. 

Ciertamente las propuestas de Ciudadanos, para quienes no creemos en este sistema, no nos enamoran hasta el punto de hacer que nos acerquemos como zombis a los colegios electorales y la metamos por la rajilla... de las urnas de metacrilato, las papeletas de su partido pero, de entre el "ganao que se presenta en la feria", aparentemente es el que presenta mejor alzada, y hasta mejores maneras de comportamiento, a pesar de que lleve la permisibilidad del aborto en su programa político. Eso es cosa grave; no se habla de matar pollos; hablamos de seres humanos en formación.

Hablamos de política y no de sexo, si me fuera este rollo -Dios ha sido muy bueno no consintiéndolo- creo, si no es un espejismo, que la formación que lidera Alberto Rivera (no escribo Albert, porque yo hablo español, y no me molesta que en Cataluña se hable catalán, en las Vascongadas el vascuence y en Galicia el gallego), creo que podría forzar una ventana y aportar el aire fresco y... puro, que sirva en parte -no hay que ser muy optimista- para sanear esta pútrida Democaca.

Se habla en los tertulias radiofónicas de la necesidad de un cambio generacional que aporte cosas nuevas, aunque como ocurre cuando alguien opina de cosas que desconoce, no indica que cosas nuevas son la que esas generaciones han de llevar en sus aguaderas que se deban asumir. 

Claro que hay cosas que cambiar -obligados a sufrir el sistema- si es que se pretende conseguir algo serio; pero, si no se empieza por sanear adecuadamente los pilares del edificio, de nada sirve cambiar el color de la pintura. El implante democáquito nació crónicamente podrido y no hay Penicilina que lo cure, pero si pudiera haber mejoría si alguien se dispusiera a hacer que las instituciones del Estado funcionaran como se pensó que deberían funcionar cuando la inteligencia las creó. Por ejemplo, la Justicia.

Ningún sistema político es legítimo, si no permite, con su injerencia, que la Justicia, que es lo único imprescindible para el buen funcionamiento general, funcione con la debida independencia.

Una vez instalada la Justicia, "Mejor Imposible" lo demás sale de corrido.

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