lunes, 12 de enero de 2015

DIFERENCIAS.

Hay cosas que con el mismo nombre resultan muy diferentes, como ocurre con los sobres de sopa preparada, Gallina Blanca, que si la coges de arroz, obviamente es diferente en el plato, a si la coges de fideos, a pesar de que los dos sobres contienen sopa.

Así viene a pasar con la Democaca -perdón- Democracia española que, partiendo del mismo conjunto de letras y el mismo sonido oral, es absolutamente diferente a, por poner un ejemplo cercano, la Democracia francesa. Lo que me ha llevado a comprender que aún pensando que toda Democracia es la misma mierda -como ocurre con la sopa Gallina Blanca-, hay una enorme diferencia. La misma diferencia que podemos observar, si somos peritos en deposiciones, entre la caca de un elefante

y la caquita de un canario flauta.

Este descubrimiento que ahora me parece obvio, y por ello indiscutible, me ha hecho reconocer mi culpa anterior que castigo con el látigo de siete lenguas, con el que he flagelado tres veces al día, como si de un medicamento se tratara, mis ya por los años frágiles y encorvadas espaldas.

¿Qué es lo que me ha llevado a ese descubrimiento?, os preguntareis muy intrigados. El bestial atentado de París, en todo su desarrollo durante casi sesenta angustiosas horas. Eso, es lo que ha quitado el paño que durante tantos años ha cubierto mis maravillosos ojos verdes, y ha aclarado mi ofuscado entendimiento.

Empecé a sentir las diferencias cuando en la Uno de Televisión Española escuché al embajador francés, referirse a sus compatriotas como republicanos y como franceses, cuando aquí, en España, nadie habla de españoles, sino de "demócratas", como si ser demócrata fuera el más preciado de los títulos al que pudiera aspirar el ser humano.  

Ese acto criminal que se llevó por delante diez y siete vidas, ha vuelto a marcar diferencias; en Francia, a nadie de la oposición se le ha ocurrido lanzar al populacho contra la puerta de la Sede del partido socialista francés, como ocurrió en Madrid, ante la Sede del Partido Popular,

aquel fatídico 11 de marzo, ni ante las puertas del Eliseo. Y las manifestaciones de los franceses son contra los terroristas, y no contra el gobierno en función.

La bestial masacre de París nos muestra una sociedad conexionada que responde con su unidad inquebrantable ante un terrorismo que no ataca a la Democracia francesa, sino a la mismísima Francia, su Patria.

En Madrid, 

ante un atentado más grave, lo que se vio fue que la sociedad española esta dividida en grupos egoístas, insensibles al dolor causados por sucesos que no les atañen directamente, porque España ha dejado de ser la Patria de muchos habitantes de esos monstruitos -invento de unos cabrones- a los que les dieron el pomposo nombre de Entes Autonómicos. Y, porque aquello que un día no muy lejano fue la respetada Patria de todos los españoles, ha sido descuartizado por la sucia política que cabalga a lomos de seres despreciables y repugnantes


capaces de utilizar las casi 200 víctimas de un atentado salvaje, en beneficio de sus intereses políticos; unos, para deteriorar la imagen de un gobierno, y otros como peldaños de escalera para llegar al Poder. 

Lo de ayer en el campo de San Mamés, sede del Atleti de Bilbao, antes del pitido inicial del partido, guardando un minuto de silencio, me ha jodido una porción, no porque haya sido en homenaje a las víctimas francesas,  sino porque no se hacia lo mismo cuando quien asesinaba eran los asesinos de ETA, y los que morían eran españoles.

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