viernes, 31 de octubre de 2014

EL DELITO ES INCONMENSURABLE.

Yo iba para anciano tranquilo y bonachón , una espacie de Santa Claus, sin barba, sin trineo y sin renos pero, la circunstancia en la que nos hallamos: delincuencia institucional, además de conseguir que me lleven los demonios





ha conseguido cambiar totalmente mi proyección vital hacia la beatitud, mi tranquilidad de ánimo,  mi carácter amable y respetuoso y hasta mi vocabulario que se ha tornado agresivo, y una miaja soez. ¡Hasta eso me ha cambiado!.

A las personas sencillas que pasamos casi de puntillas por la tierra, para no ofender, nos indigna ver como solamente los golfos son quienes se hacen ricos, y los políticos y sus allegados, los que alcanzan el grado de súper millonarios.


El bípedo que monta en el cuadrúpedo, según los medios, es el cabecilla del último escándalo de corrupción político-económica. Este desertor del arado, viendo a su padre, labrador de oficio, no como Cayo Lara, que lo es de guardarropía; viéndole sudar la gota gorda utilizando los aperos propios de esa profesión, prefirió, según parece con enorme éxito, el choriceo político; el mafioso "comisioneo" (copiado a la perfección el modelo de los Pujol) y el amiguísimo bien remunerado, de fuera, hacia su bolsillo.


Mientras esta clase de gentuza almacena billetes de quinientos euros, en espera de mandarlos a hacer compañía a los millones de euros que tienen evadidos en paraísos fiscales y bancos suizos, aquí, en España, hay cerca de 2 millones de niños que pasan hambre;


mientras esta clase de gentuza se juegan los miles de euros, como si fueran chapas, al poker, aquí, en España, hay cerca de seis millones de personas condenadas al paro, cuyo único juego es el de acertar si van a poder llevarse algo a la boca, o no, como el día anterior


mientras esta clase de gentuza compran pisos, chales, parcelas y hasta cotos de caza, aquí, en España, se han desahuciado a decenas de miles de personas.


Quizás las dos soluciones que en mi articulillo de ayer le propuse al presidente Rajoy, se haya tomado por alguno de vosotros, los que lo leísteis, como una exageración inalcanzable; proposición metafórica que empujara a las autoridades pertinentes a endurecer las sentencias que, en un ejercicio de extremo optimismo por nuestra angelical creencia en las instituciones, vayan a pronunciar.

El delito de esta gentuza es mínimo si solamente nos quedamos en el volumen que forma la cantidad de billetes "pringaos"; el delito es inconmensurable, porque junto con el hurto del dinero, han cometido el crimen de vidas que, unas fueron directamente a la fosa, y otras muchas han quedado rotas, física, sentimental, profesional y económicamente, sin posibilidad de recomponer.

Admito que así, pidiendo para estos casos; para el terrorismo; para los violadores múltiples; para los narcos (creo que se me quedan alguno más en las teclas del ordenador) la PENA CAPITAL, puedo parecer un bárbaro, quiero dejar claro que sí; soy un bárbaro

que no quiere convivir con toda esa gentuza.       

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