miércoles, 3 de septiembre de 2014

POR MUCHAS VUELTAS QUE SE DEN...

La cosa viene de bastante tiempo atrás; pero por eso, no creo que haya perdido vigencia.

Como he dejado claro, la historia comenzó hace tiempo en uno de los lugares naturales más bonitos e inesperados de cuantos he gozado, en España. Seguro que mucho españoles lo han visitado y hasta lo "habrán comido", en forma de riquísimas cerezas. Ese es el Valle del Jerte:

Y ese pueblo Tornavacas, es el lugar de veraneo familiar, durante más de veinte años, posiblemente yo, haya sido el primer veraneante del lugar, después de Carlos V, sin raíces extremeñas.

Ya voy al grano. La vida del pueblo transcurría con cachazuda tranquilidad durante, al menos, el mes de agosto, después de la recogida de la cereza



Pero mira tu por donde, llegaran una de esas elecciones que convoca esta Democaca, y  los cimientos de la tranquilidad y el sosiego comenzaron a tambalearse.

La campaña electoral tuvo cantidad de cosas curiosas; pero la más curiosa, fue la que protagonizó un individuo, nativo del pueblo, pero trasplantado a Cáceres, capital, en un acto convocado por el partido socialista. El protagonista, conocido en el pueblo como "el niño rico", había sacado adelante sus estudios gracias a los jamones sabiamente regalados por su padres.    

En el momento álgido del mitin, con la idea de convencer a los católicos soltó el caudal de su inteligencia: " Sí, sí se puede ser católico y votar al socialismo. Ahí tenéis al Papa Juan Pablo II que es polaco".  "¿Tiene que ver que el Papa sea polaco, con el voto de los católicos al socialismo?". El menda, sin inmutarse, siguió con su verborrea. La cita papal fue una de las muchas gilipolleces que los socialistas suelen acuñar en ocasiones similares.

Durante algunos años más, Franco (así se llamaba el alcalde) estuvo al frente del ayuntamiento. Llegaron las elecciones municipales, y se dio la vuelta a la tortilla. El farmacéutico del pueblo se convirtió en el primer alcalde socialista, y con ellos llegaron las "grandes obras", con el dinero ahorrado por el anterior equipo municipal. Para la gente joven, y alguna que otra mayor que se bañaban en las frías aguas del Jerte, se construyó una piscina que, durante el invierno que siguió a su inauguración, vinieron las lluvias y el agua se la llevó a trozos caminito hidráulico hasta la bellísima Plasencia. Pero el socialismo es contumaz en su imbecilidad y, no contento con la chapuza acuática, no se le ocurrió otra que, ante la imposibilidad de hallar un espacio plano suficientemente grande como para instalar un campo de fútbol, se subieron al pico (este de vuestra izquierda) 

por donde bajó el Emperador Carlos, camino de Yuste; desmontaron una buena parte de él, pared hacia Ávila, creando un llano suficientemente amplio para la practica del popular deporte. 

Repito; pared Ávila, empinada cuesta a Cabezuela del Valle, es donde los esforzados jugadores tenían que bajar para recuperar el balón. Si eso es jodido, figuraos como sería la vuelta.

Colas era un tornavaqueño que siempre iba montado en su burro, al que le puso por nombre, Socialista. Un día, se cruzo con el alcalde (farmacéutico). "Colás ¿Por qué llamas al burro socialista?"  "Porque es muy malo el hijo puta" contesto, dejando al alcalde retratado.

No puede ser; yo quería enseñaros, principalmente el bello bucolismo del Valle del Jerte

cerezos en flor y con fruto


(en árabe jerte, es río; por lo que el río que da nombre al valle es, el río, río ¡Qué cosas!).

Nada; por muchas vueltas que se den... chorizos, chorizos y más chorizos.

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