miércoles, 18 de junio de 2014

ERRADOS Y HERRADOS.

"Los empresarios deberían trabajar en políticas de empleo juvenil." Es la aseveración de don Luis Arias, que es Director de Executive Education del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa).

La verdad es que estas declaraciones suenan tan agradables al oído, como el tema musical, "Lara", de la película "El Doctor Zhivago;" pero la realidad es otra mucho más fea; la musiquilla que está sonando es puritito "Bacalao".

Don Luis Arias es el director ejecutivo de una empresa que intenta formar empresarios "competentes" (lo empleo como superlativo de buenos) para que las empresas españolas lleguen a alcanzar el estatus que les permita ser perfectamente homologables con las mejores empresas a nivel mundial. Fuera de eso, que es su competencia, no parece que don Luis tenga un conocimiento muy profundo de como va el tema de la juventud y el trabajo.

No es discutible el que las empresas españolas pretendan gozar de directivas paridas por las mejores Business School, y el IESE parece que es una de ellas. Pero si nos atenemos a los hechos, a muchos de esos maravillosos empresarios españoles el consejo les llega tarde ya que, desde hace tiempo, es a jóvenes únicamente a quienes contratan. Eso si; con jornada y sueldos vergonzosos. Con lo que la filosofía que según don Luis se inculca a quienes estudian en el Instituto que dirige: "Un alto cargo debe promover una cultura y unos valores corporativos que fomenten la mejora de las personas. Esta debe ser la prioridad para los directivos".

27 empresas presentaron EREs durante 2013: sería bueno saber (sin ánimo de parecer un tocapelotas), cuantos de esos directivos empresariales han seguido curso en IESE.

Una de las empresas "EREadoras", UPS, que colocó a casi 150 personas, abrió una delegación cercana con contratos precarios, posible que los nuevos contratados fueran gente joven, la mayoría. 

Mercedes Benz de Vitoria propone un ERE de 70 días para 2.881 trabajadores.

Esos "donluises" que se ubican en sillones tan altos, quizá porque sufren del mal de altura, ven las cosas que se mueven por debajo de ellos de una forma peculiar. Es como el conductor que marchando por la autopista ve que todo el tráfico rueda en su contra y piensa que los equivocados son los otros, porque ellos son tan listos, que de ninguna de las maneras pueden haber errado. Pero lo cierto es que si; están errados y algunos también herrados.

El tuerto (ese soy yo) piensa que la mejor empresa, a pesar de tener al mejor empresario, no puede ser la mejor de las empresas si no tiene buenos trabajadores; disciplinados, honestos y cumplidores de sus obligaciones. La mejor empresa es aquella cuya línea de separación entre la dirección y la parte social está tan difuminada que es apenas visible, porque los intereses y la dedicación sean seguidos escrupulosamente por ambas partes. Y no hablamos de "un euro para ti y otro euro para mi", ni que el director general tenga que barrer por turno el suelo de la empresa.

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