Mucho peor que el desinterés del ayuntamiento barcelonés por el edificio ilegalmente ocupado, es la bajada de pantalones del alcalde Trías, parando el derribo. Este necio necesita unos cuantos rollos de papel higiénico.
Las cuatro nochecitas con que aquellos residuos humanos llevan aterrorizando a los vecinos del barrio de Sants, han sido suficientes para que la legalidad sea conculcada por quienes tienen la obligación de hacerla respetar. Esto que está ocurriendo en Barcelona, nos muestra la capacidad moral de las gentes que han sido colocadas en los altos puestos de gobierno. ¿En que país del mundo civilizado podría ocurrir algo semejante?.
En la ciudad de Hamburgo (Alemania) en los barrios de Altona, San Pauli y Sternschanez, el día 5 de enero de este año, por un problema similar al que vive Barcelona, la policía alemana tuvo la actuación lógica que ante semejante estado de cosas se debe tener; montando un estado de excepción en la zona; nadie podía caminar por las calles de aquellos barrios sin ser identificados por las fuerzas del Orden Público.
Eso es lo que la Policía Nacional y los Mozos de Escuadra, ordenados por quien tiene la responsabilidad, tienen que hacer: montar unos estrictos controles que impida que los grupos del Comunismo Extremo se hagan con la propiedad de las calles.
Por motivo similar en la ciudad danesa de Copenhague, su policía detuvo a 650 individuos, y no se montó ningún numerito en su parlamento, como tampoco se montó en el Bundestag.
Eso está perfectamente establecido en cualquier sistema político que se base en el Derecho, incluida la Democracia. Pero, por la actitud que están mostrando las autoridades, tanto las autonómicas como las nacionales, en esta Democaca, quien acabará saliendo de vencedor de este combate será quien siempre debería ser el perdedor; y lo hará por abandono de quien debería estar siempre obligado a ganar por KO.
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España esta viviendo el peor de sus momentos desde que el Mundo es Mundo. Y la sociedad española, como reflejo de lo que están siendo sus últimos gobiernos, jamás ha sido tan pusilánime; tan medrosa; ni tan desmoralizada. Los españoles vemos, sin que al parecer nos importe un kiriki, como desde los partidos políticos introducidos en la maquinaria gubernativa, nos roban ¡No!; nos saquean chulescamente, en compañía de la mayoría de las cúpulas directivas entidades bancarias. Y, no satisfechos con tanto, estos buitres democaquitos, se dedican a pisotear nuestra dignidad: "La Ertzaitna pide cambiar agentes por pulsera para vigilar a Bolinaga".
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