jueves, 27 de febrero de 2014

FIN DE FIESTA.

Se acabó el Fin de Fiesta de la Democaca. ¿Para que ha servido? ¿Acaso ha servido para corregir alguna de las muchas desviaciones que estamos sufriendo los españoles por culpa de tan detestable sistema político? Ninguno de los preguntones se ha preocupado de decirle al gobierno qué cosa es la que está haciendo peor (mal las está haciendo todas), y mostrarle la forma de hacerlas bien, si es que hubiera alguien con capacidad para ello. No; esa minucia, el interés general de los españoles no es preocupación de esos sanguijuelas que nos están sorbiendo la sangre. Lo que a esas babosas les interesa, valga la redundancia, es el interés de su secta satanicopolítica y, un poco más, los propios intereses del mismo origen, por lo general, bastante turbios.

Los intereses económicos de España, si se confirma la existencia de petróleo en nuestras aguas mediterráneas y atlánticas, se podían ver muy mejorados, lo que sería beneficioso para todos. Pues, no; tanto en las Islas Canarias como en la costa levantina se han promovido protestas, por quien todos sabemos (el rojerío salvaje): los reyes del no. Y, al berrido de "¡No queremos que nuestras playas se ensucien con la porquería que sueltan las plataformas petrolíferas!".

Aquí debajo de estas líneas vemos el mapa del mar Mediterráneo, y nos enseña los países que lo cercan y, entre ellos, como países productores están Argelia, relativamente cerca, y Egipto y Libia, y podría ser que Grecia en pocos años pudiera ser una potencia exportadora de "peligroso" petróleo, mientras nosotros, por culpa de los "progresistas de la ecología", nos abanicamos con un paipai, por no tener energía ni dinero para comprar un generador de aire acondicionado.


En ninguno de los países productores de petróleo existe la resistencia que se experimenta aquí. ¿Será cuestión de escasa inteligencia? ¡Claro hombre! ¿Como si no? Por ahí, extranjero adelante, saben que mientras no se conozca una fuente energética mejor y más barata, quien tenga petróleo de producción propia, estará en una posición privilegiada para desarrollar su industria y su investigación, lo que redundaría en mejor Sanidad, mejor Enseñanza y mejores ayudas sociales.

Pero eso es precisamente lo que no quiere la izquierda española que desde siempre ha buscado su parroquia entre la más profunda ignorancia.

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Perdón, perdón ¡Perdón! Yo estaba equivocado desde hace muchos años al creer que la estupidez solamente era patrimonio de nuestros políticos. Perdón señorías; hoy he conocido mi grave error, vía Unión Europea. Ella me ha dicho con claridad idiomática que la estupidez es patrimonio de, al menos, todos los políticos comunitarios. ¿Por qué? Por permitir el cobro del "céntimo sanitario" impuesto a los carburantes, y por llegar, diez años después, a concluir que ese mínimo impuesto es ilegal, por lo que ha de ser devuelto. ¿Os figuráis? diez años de minirobos avalados por la Unión. ¿Como coño se creen esos gilipollas que se nos puede devolver a cada uno de nosotros, los euros que hemos sido defraudados? Solamente a unos mermados mentales se les podría ocurrir tamaño desatino.

¡Perdón señorías! Reconozco que ellos son igual que ustedes.

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