lunes, 24 de febrero de 2014

¡AÑORADA PENA DE MUERTE!.

Al "Mamá, quiero ser artista" lo ha sustituido de manera súbita en estos momentos de crisis el "Mama, quiero ser Verificador Internacional de la entrega de armas de la ETA".

Es normal; todos buscamos ganar dinero con la mayor facilidad y con la más plácida comodidad (unos lo intentamos decentemente, otros verificando) y 750 euros diarios por tomar unos chiquitos con los "muchachotes nobles del Norte", es una posibilidad muy atrayente, aunque se tenga que posar ante las cámaras, poniendo cara de satisfacción viendo un armamento obsoleto, digo de un top manta, tal vez desgastado de tanto uso criminal.

Una pistola de cañón largo, dos revólveres, dos granadas de carga hueca y un fusil de asalto; también, seguramente por equivocación, sobre aquel mostrador de herrico taberna, 6 saquetes de medio kilo de Pentrita, uno de los explosivos rompedores más potentes que se conocen. Con el aniversario de 11 de marzo en el horizonte próximo, la aparición en la asesinas manos de la ETA, recordando en las condiciones que quedaron los trenes que sufrieron el atentado, no será nada descabellado reafirmarse, como me reafirmo, en la idea de que nada de moritos; las manos asesinas que se llevaron la vida de doscientas personas, fueron las mismas manos que asesinaron a Begoña Urroz Ibarrola, criatura de 22 meses de edad, fallecida abrasada el día 28 de Junio de 1960, por una bomba colocada en la estación de ferrocarril de Amara (Guipúzcoa), y las otras 947 personas de su macabro ranking.

Según don Francisco Gómez, opinión muy respetada, los vagones afectados en el atentado, si hubieran sido atacados con Dinamita EG o Titadine 50 C, la pintura roja y blanca con la que estaban decorados, con la deflagración de los artefactos, habrían ardido, y no ardieron porque el explosivo que usaron los terroristas, muy posiblemente, fue la terrible Pentrita. El mismo explosivo que los señores Verificadores Internacionales tuvieron a un palmo de sus mercenarias narices.

"El goteo que no cesa" Continuamente van apareciendo pellizcos de verdad que dejan en evidencia la "verdad oficial" y a la clase política y judicial. Como en el atentado de hotel Corona de Aragón, los políticos españoles, con la desvergüenza que les es natural, y la chulería de saberse "el puto amo", utilizaron la mentira más burda y tosca, como la verdad absoluta. Y los españoles, como si estuviéramos ante una gran pantalla de televisión, asistimos a la ficción como si la cosa no fuera contra nosotros.

Estos verificadores, pagados por tiempo empleado en el asunto, como se paga a las putas, nos dicen, como si tuvieran autoridad para ello, que ahora son los políticos quienes tienen la palabra para llegar a alcanzar el desarme total de los asesinos (lo de asesinos es de mi parte). 

No, miren por donde; son los asesinos quien han de entregar las armas y, con las manos en alto, encaminarse  a la cárcel más próxima. ¡Añorada pena de Muerte!

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