miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA DESFACHATEZ DEL PRELADO.

El tal obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, ensucia a la Iglesia Católica y Apostólica, y al cargo que representa, con sus últimas declaraciones, absolutamente encontradas con la justicia más elemental. "Habría que mandar a los jueces que modulen la aplicación de las leyes". Eso (el anhelo de todos los delincuentes) dice el tal Uriarte, respecto a los presos de la banda asesina; los que no modularon a la hora de asesinar a cerca de mil personas. La maldad o la ignorancia, o tal vez las dos juntas, (es lo que parece darse en semejante individuo), es lo que le lleva a pedir que "el Gobierno acceda a algún contacto indirecto y discreto (¿acaso se esta postulando de nuevo?) con la banda para contribuir a su disolución". 

Hasta el menos informado de los españoles sabe, por su abundante difusión, que esos "contactos indirectos y discretos", se han llevado a cabo por todos los asquerosos gobiernos desde que se nos cayó encima la Democracia; a pesar de que aquellos hijos de la grandísima puta, (algunos son esos que están siendo excarcelados), seguían asesinando a mansalva, por todo el territorio nacional. Es una verdadera lástima que esa canalla no se hubiesen auto levantado la veda del obispo vasco. Pero claro, estaban tan "cerca" de ellos... 

Me contaron que en un pueblo de las Vascongadas le decía un etarra, con una parabellum en la mano, a otro etarra, escondidos tras una esquina. "Como ese tío no salga pronto, voy a tener que decidir entre esperar y matarle, o decir la misa de doce".

La desfachatez del prelado no tiene parangón: "El Estado ha contraído cierta deuda moral con la sociedad, porque sus Fuerzas de Seguridad sea han propasado en su respuesta a las agresiones de ETA y han cometido excesos". Es cierto; por las Fuerzas de Seguridad del Estado, bajo la responsabilidad del PSOE, hubo algún exceso, pero esos excesos no se habrían originado (a pesar de los  genes socialistas), si la banda de asesinos, en muchos casos al amparo de la Iglesia Vasca, no se hubiera dedicado al macabro deporte de asesinar indiscriminadamente, en vez de arrastrar piedras, unciendo para ello a su padre y otro buey, o cortar troncos.

No tiene por donde decentemente se le pueda agarrar; el tal Uriarte no tiene arreglo y, lo peor para el, es que acabará en el Infierno, por embustero. Para cumplir el mandato de Capullo (Urkullo), en un libro que ha escrito (esta visto que cualquier gilipollas escribe un libro) da cifras exageradas, en las víctimas de los terroristas.

Que seres como Juan María Uriarte, haya llegado a tan alto cargo, nos hace pensar en que la Iglesia Cristina, Apostólica, es como la mujer más guapa del Mundo, pues de su hermoso cuerpo, de vez en cuando, todos los días si van bien de vientre, expulsa una porción, más o menos generosa de mierda marrón lila, si no ha comido calamares en su tinta, y mal oliente. La caca que sale de la Iglesia son estos Uriarte.

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