lunes, 18 de noviembre de 2013

MONSTRUITAS/OS.

El mal asunto de nacer antes de tiempo, les ha privado de alcanzar la gloria terrenal a muchas personas. Eso le pasó y fue la tremenda desgracia del doctor don Víctor Frankenstein, requiescant im pacis, por haber nacido cuando la transformación física y estética de la gente estaba prohibida, y hasta perseguida por la autoridad, castigada con la pena capital.
 
Hoy, dedicándose a las mismas prácticas, la transformación de las gentes, como se puede comprobar por la foto, se habría "forrao" económicamente; y, además, se habría hecho famoso en todo el mundo gracias a la estupidez femenina. Y, cómo no, también a la estupidez masculina, que de todo hay en la viña del Señor.
 

Viendo el cambio de líneas en el rostro de la princesa, tan notorio, pienso que les debe resultar sorprendente a muchos maridos acostarse dos noches seguidas sin que sus mujeres se hayan echado un nuevo remiendo en el rostro. ¿"A ver con quien me acuesto hoy"? Es la pregunta que muchos maridos se hacen cuando regresan a sus casas después del trabajo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los tiempos cambian, pero intrínsecamente no cambian las costumbres de la mujeres (lo de mujeres, dicho con todo cariño y respeto). Antiguamente, cuando se llevaba el ombligo en la frente, en casi todas las casas donde residían mujeres, además de las novelas amorosas de Corin Tellado, la literatura frecuente de las féminas del momento, eran las publicaciones de figurines que llegaban de la por entonces elegante Francia, que después las modistas adaptaban a sus características corporales. Lo normal es que fuera más notoria la "proa" -las francesas están planchadas- y la "popa".
 
Ahora no; ahora lo que prima entre las féminas españolas son los catálogos de morritos, elevaciones de pómulos y desaparición de ojeras. Hoy resulta rara una mujer que mantenga, sin aumentar o disminuir el tamaño de sus tetas ¡perdón; senos!. No he probado aún, pero estoy seguro que si algún día llegara a acariciar una, o dos de esas tetas silicónicas, la sensación sería como la que me provoca el vómito: una sucesión de desagradables arcadas.
 
¡Que asquito!  ¿No? Hay esposas que con tanto recauchutado, a sus maridos les da el mismo placer yacer con  ellas, que hacerlo con una muñeca de plástico inflable. Por lo menos esa no les preguntaría con voz aburrida "¿ya has acabado?", mientras se mira la pintura de las uñas.
 
En fin, que en estos tiempos tan adelantados el doctor don Victor Frankenstein, para crear su monstruo, como están haciendo tantos cirujanos plásticos (más bien, prácticos $) no tendría que robar muertos en tétricos cementerios -con lo incómodo que debe ser-, porque para ese experimento, diariamente se le llenaría la consulta de aspirantes a MONSTRUITAS/OS
 
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Este es el modelito (Armani) de traje que los madrileños, y todos los turistas que han venido de visita, nos hemos visto obligados a usar por motivos de salud, cuando salíamos a pasear, al cine, a comprar Chupa Chups, o al fútbol, gracias a la incompetencia del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid, encabezado por la señora Botella; el egoísmo de las empresas "basureras" y la bestialidad en la protesta de los sindicatos de barrenderos, UGT y CCOO. Estos sindicatos de clase (alta) que han ampliado su cobertura, dando espacio entre sus filas a los "choriceros" o ¿ya estaban dentro, en sí mismos? ¡Naturalmente! Ya nacieron chorizantes.
 

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