viernes, 15 de noviembre de 2013

HACE FALTA SER CÍNICOS.

Cuando la izquierda se ve alejada del Poder, y su hipotético acercamiento es un asunto sine die, su trabajo diario es oponerse a cualquier determinación, razonable o no; beneficiosa o no, que surja en cualquiera de los campos en que se desenvuelve la vida nacional.
 
Ahora le toca al fútbol, en la selección española y en su próximo viaje a Guinea Ecuatorial. Con tal motivo, toda la izquierda, junto a los imbéciles de siempre (esos que indefectiblemente responden al sonido de la esquila, como mansos ovejotes)  han saltado como si les "empujaran por detrás", oponiéndose a que la selección española de fútbol, vaya a Malabo, capital de un país con gobierno dictatorial, a jugar un partido amistoso.
 
¡Hace falta ser cínicos! Los adoradores de la antigua Unión Soviética, mientras existió, y de esta Cuba castrista, a la que de vez en cuando visitan "para reforzar sus espíritus democráticos", ahora se rasgan las vestiduras por un simple partido de fútbol. ¡Que poca consideración! Ni siquiera han respetado que el señor Teodoro Obiang, es uno de los suyos.
 
El viaje de nuestra campeona del Mundo a Malabo no se debería haber programado, no por el hecho circunstancial de su gobierno, sino porque el partido no supone un beneficio deportivo ni económico; en lo deportivo, porque el rival no tiene suficiente entidad; y en lo económico, porque se juega gratis. Lo único bueno de ese encuentro deportivo es que los aficionados al fútbol guineanos, podrán ver en directo a los vigentes campeones (disfrazados de tomatitos) del Mundo y de Europa. Algo que para ellos será un hito.
 
Estos opositores al evento futbolístico son los opositores a todo y, casi siempre, a la razón. Son los que detrás de la "Patucada", al compás de su monótono y ruidoso son, aprovechan cualquier ocasión (si es de día por día y si es de noche por noche), para hacerse visibles: el asunto del Prestige, la guerra de Irak, el 15-M, la huelga de los barrenderos, endureciéndola al ponerse a la cabeza de los que han transformado a Madrid en un basurero. Son los de siempre; como decía mi abuela: "son como el ungüento Payesky, que para todo se usa/n y para nada vale/n" (las N son una licencia que me bailo).

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