viernes, 22 de noviembre de 2013

20-N


Lo siento, porque sé que mi silencio en cuanto a dejar pasar la luctuosa fecha de las muertes de nuestras dos grandes referencias vitales, José Antonio y Francisco Franco, sin dejar constancia de mi respeto por ambos, a quienes personalmente no me conocen, les podría hacer creer que a mi, como a muchos otros "patriotas", me había alcanzado de lleno el síndrome de la abulia; la bacteria del abatimiento; y el virus del olvido.
 
Falso; gracias a Dios, mi memoria, mi ética, mi moral y mi agradecimiento, a pesar de los ataques que la situación actual lanza diariamente contra "Mi Trinchera", no han perdido un ápice en su valoración. La hombría de bien (me vais a permitir que presuma), aprendida de mis padres desde la niñez, y reforzada en el sacrificio de nuestro José Antonio y de los muchos camaradas asesinados o muertos en el frente, luchando por una Patria mejor, y desarrollada durante el Gobierno de Franco, es una vestimenta que luce como el primer día.
 
Es cierto que ha pasado la fecha y lo único que se ha oído al respecto a través de los medios de comunicación, han sido las ¿baladronadas? de los cobardes (intrínseca entre cornudos/as e hijos de rameras) que, como desgraciadamente no hay una fuerza conjuntada que responda, además de que con fuerza la fuerza pertinente, también con inteligencia, se permiten ofender tanto a Franco, como a Jose Antonio.
 
No; como a mi camarada Rafael Estremera la fecha, 20 de noviembre, no nos ha pasado inadvertida. Es cierto que no es la fecha que más me conmueva mi patriotismo, porque es la penosa conmemoración de la pérdida de dos grandes figuras (con el paso el tiempo serán más grandes, y recordadas) de la moderna historia de España. Me resultan más gratas las fechas de 29 de octubre de 1933 (acto fundacional de Falange), 18 de julio de 1936 y 1 de abril de 1939. Esas sí elevan mi sentimiento patriótico (José Antonio y Franco vivos), porque fueron tres fechas gloriosas, dignas de ser recordadas con alegría. Es lo mismo que me ocurre con el recuerdo de mi padre y de mi madre, ya muertos. Me encanta recordarles llenos de vida; contentos y felices, y procuro borrar el recuerdo de haberles visto muertos. Es algo que sigue siendo tan duro...

Tampoco, estoy seguro de ello, le habrá pasado inadvertida la fecha a mi buen camarada "Marcos",  en la querida Argentina.
 
Un fuerte abrazo para todos los que recordáis con amor esa fecha y, de manera especial a aquellos que os encontráis lejos de nuestra Patria.

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