sábado, 30 de noviembre de 2013

LA BUENA HUELLA.

La gran equivocación del falangismo fue haberse apeado de las huellas que marcaban las pisadas políticas de José Antonio Primo de Rivera. 

Intentare explicarme de manera que se me entienda. La Falange brotó de la mano de nuestro Jefe Nacional, por pura necesidad patriótica, en un momento en el que España se encontraba en grave peligro, por lo que su filosofía necesariamente se tenía que basar en la épica. Épica fue su participación en la política hasta 1936, y súper épica fue su participación en la guerra de Liberación, hasta el punto de entregar la vida de muchos falangistas, la más notoria (importantes fueron todas las vidas de los falangistas caídos) la de José Antonio.

Durante el Gobierno del generalísimo Franco, el falangismo ya huérfano, no se separó en exceso de las huellas de su ausente fundador, aunque unos advenedizos sin tradición y sin conocimiento de la filosofía que impregna al Nacional Sindicalismo, alma de la Falange, diga que durante esos casi cuarenta años Franco la mantuvo atada, amordazada y confinada en una mazmorra, sin querer reconocer que todos los avances sociales que ese régimen trajo (algunos de ellos dañados por la democracia), llevaban el sello falangista de ministros como José Antonio Girón de Velasco y José Luis Arrese, entre otros.

Fue tras la muerte de Franco cuando a la Falange, por intereses ocultos o por la estupidez de sus mandos, se la descabalgó de las buenas huellas; desde ese momento el abigarrado bloque joseantoniano -las distintas Falanges y Fuerza Nueva- gravemente equivocado, en vez de continuar el lógico desarrollo de la primigenia filosofía, la defensa de la Patria, se dedicó a la nostálgica tarea de intentar recrear, como si se estuviera en una situación de preguerra, el Glorioso Movimiento II, y lo peor es que aún no se ha comprendido por quienes lideran los mini partidos, entre los que desgraciadamente han metido a la GLORIOSA FALANGE ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS, que, para recuperar fielmente la idea de José Antonio y modernizada hacerla útil a España, hay que alejarse de bravuconerías chulescas y estupideces, que lo único que hacen es desprestigiar a quienes las cometen y a las siglas a las que como militantes pertenecen, restándoles seriedad, credibilidad; y de una manera más amplia, a todos los que estamos orgullosos de nuestros principios políticos joseantonianos; los que por luchar en la medida de nuestras capacidades por su desarrollo, se nos insulta y desprecia; lo que no nos importaría demasiado si con ello no le insultaran ni desprecian a él.

La actual desintegración de su idea (por la que fue asesinado) no creo que le esté dando mucha felicidad allá, junto a los luceros.

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