lunes, 7 de octubre de 2013

EL ÚLTIMO EN ENTERARSE.

Sabido es que el último en enterarse de que le han puesto los cuernos, por muy frondosos que pudieran ser, es el marido, que no es capaz de entender que el peso que siente en la cabeza es el peso de los cuernos, independiente de las siglas a las que representan; eso es lo que nos esta pasando a los españoles; que somos los últimos en enterarnos de que las autoridades han cometido una cabronada que nos afecta de plano.

Recientemente me entero de que el ex general de la Guardia Civil, Enrique Galindo, ha sido puesto en libertad condicional. Para aquellos que no se enteraron o son frágiles de memoria, conviene recordar que este general fue uno de los brazos ejecutores del gobierno socialista del señor GonzáleX en la guerra sucia, junto al GAL, contra la banda terrorista ETA.

El GAL fue un grupo de mercenarios reclutados por la cúpula del ministerio del Interior, en aquellos tiempos en manos del socialista José Barrionuevo, y Rafael Vera como subsecretario, y mano derecha (Pepito Grillo) del ministro, en la preparación y desarrollo de lo que sería el más despreciable de los crímenes: el crimen de Estado, 27 asesinatos. Este feo asunto es una de esas mantas que alguien debería tener el valor de tirar de ella.

Los señores Barrionuevo y Vera, cabezas de turco, fueron indultados por el PP de José María Aznar, es posible que para que la manta siguiera cubriendo al verdadero jefe supremo, en pro de la Democracia.

De los mercenarios sabemos lo que cabe esperar, matan por dinero, que pagan los que no tienen testículos para hacerlo ellos; pero lo que nadir podía esperar es que un cuartel de la Guardia Civil, el de Inchaurrondo, se convirtiera en la cueva del horror; y que su coronel, Enrique Galindo, aceptara por un plato de lentejas socialista, pisotear el honor del benemérito Instituto; convirtiendo a los números (guardias) a sus ordenes, en secuestradores, torturadores y matarifes sin honor.(sobre las cabezas de los mercenarios Amedo y Domínguez, están fotografiados los restos, pasados por cal viva, de Lasa y Zabala; secuestro, tortura y asesinato por los que fue procesado y sentenciado a ser separado de la Guardia Civil, y condenado a 71 años de cárcel.

Cuando alguien esta dispuesto a creer, no se necesita mucho para ser creído. Y, gracias a unos informes médicos, de los 71 años de cárcel, cumplió 4 años, imagínense en que condiciones, y ahora el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria, ha decidido ponerle en libertad vigilada.


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