domingo, 8 de septiembre de 2013

SI LA COSA ES TAN RAZONABLE ¿POR QUÉ TANTO SECRETISMO?.

El día 29 de agosto el señor Rajoy, en el palacete de la Moncloa, mantuvo un encuentro secreto con el presidente, separatista, del gobierno de la Generalidad de Cataluña, que como todo el mundo debe saber, es una de las regiones más importante de entre las diecisiete que componen nuestro maravilloso mosaico.

¿Qué fue lo que allí se trató? El presidente del gobierno, señor Rajoy dice que negocia con el autónomo Mas, sobre "cosas que son razonables". ¿Qué es lo que al presidente del gobierno le parece "importante para los ciudadanos de España y para los ciudadanos de Cataluña"? Parece ser que para el señor Rajoy, los ciudadanos de Cataluña no son españoles. Mala cosa, don Mariano, esa distinción que hace entre españoles y catalanes... ¿acaso le ha traicionado el intelecto? Le ruego, señor presidente, que tenga el máximo respeto por todos los españoles, que lo son los de todas las regiones, y díganos sin mentir, si es que le es se lo permite su condición de político, que cosa razonable es lo que han tratado usted y el señor Mas. Porque si la cosa es tan razonable ¿por qué tanto secretismo?

Estamos ante una situación en la que la aplicación de paños calientes no es la mejor terapia para un caso tan grave. Cuando la ponzoña se adueña de una parte del cuerpo, lo mejor es aplicar la cirugía, y extirpar el mal de raíz para que no tenga la posibilidad de rebrotar, ni en el mismo lugar, ni en cualquier otra parte del cuerpo. ¡Cirugía radical!

En un partido de fútbol, nadie gana, ni pierde, cuando se da el empate. Esta tontaina mía viene a que, después del "rigodón" secreto que han bailado en la Moncloa los dos presidentes, parece como si los dos hubieran ganado el partido, y eso no es posible, de ninguna de las maneras, a no ser que ellos dos hayan ganado y la que haya perdido sea España.

Parece ser que la Constitución Española, que parece consensuada por auténticos tahúres de los más bajos fondos, sujeta a espurios intereses personales y de grupo, omitiendo, o no haciendo invulnerables los más puros intereses nacionales, permite de manera absoluta y soberana montar una charlotada (consulta plebiscitaria "no vinculante") sobre la partición de España en porciones, como si fuera una caja de quesitos El Caserío (¡No me fío!).

No me puedo fiar de lo que están diciendo Rajoy, de Cospedal y ni siquiera de la señora Santamaría, con su carita de niña buena, porque, después de la secreta ¡a voces! entrevista el miserable... ¿o es honorable? (creo que le va mejor lo primero) Más, sigue diciendo que no hay marcha atrás. Entonces, si la Constitución no puede impedir el desafuero separatista impulsado por esos gilipollas, que dicen no ser españoles, lo que es necesario es cambiar la Constitución, de tal forma que sea castigada con la mayor severidad la apología e intento de independizar cualquiera de las regiones de España.

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Por tercera vez nos han negado los delegados del Comité Internacional (como Pedro a Jesús), la realización de los Juegos Olímpicos; es de esperar que, de una vez para siempre entendamos que el echarles de comer maravillosamente, cubrirles de regalos y tratarlos a cuerpo de rey, a esa gente, es como limpiar el culo a los cerdos, ponerles desodorante y perfumarles con Hugo Boss. Esperemos que no haya una cuarta vez. Uno de los motivos que más me duele es, que la ni señora Botella, ni los demás españolas y españoles, podremos
"crecer en nosotros mismos".

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