viernes, 20 de septiembre de 2013

FALTA ABSOLUTA DE AUTORIDAD.


Uno de los grandes males que se están viviendo en España, en estos momentos, es la falta absoluta de autoridad para dirigir de forma adecuada la convivencia a nivel nacional sin reticencias ni fisuras. Y es que a la derecha desde hace muchos años, esta falta de autoridad moral, por el desprecio más elemental de la dignidad personal de sus mandos; lo que hace que esa lacra se refleje en sus militantes, y salpique gravemente a sus votantes.

La derecha española, en estos momentos, a sus gracias negativas de la actualidad, suma el auto convencimiento de estar en inferioridad con el esperpéntico resto de los partidos que conforman el arco político que, como la más importante de sus ocupaciones, se empeñan en la tarea de calentar los asientos del Congreso de los Diputados con las "ideas" que les brota del ano marrano.

Una buena prueba de la falta de autoridad de esta cobarde derecha española, es la presencia de enseñantes, a quienes acompañan menores en muchos casos sin conocimiento de sus padres, por las calles de cualquiera de las capitales y grandes pueblos de nuestras provincias, en contra de las normas ministeriales.




En la foto que ilustra esta página de mi blog, se ve a unos doctores de la Facultad de Filosofía y Letras de las Baleares ¡tan monos! Con sus "gorras y sus mandiles", en plena manifestación en contra de la enseñanza en español.

Otra señal inequívoca de falta de valentía e ingenio, es la cancelación del acto de la inauguración del curso de la Universidad de Zaragoza, a la que tenían prevista su asistencia el príncipe don Felipe y el ministro de Educación señor Wert: según el rector, para evitar desórdenes de algunos de los invitados. Y el príncipe heredero de España y su ministro de Educación, tan frescos. Lo mismo es que les fastidia ir a cumplir con una de sus pocas obligaciones; para el trabajo duro, cada cual tiene sus "negros".

Vale, y tu ¿Qué harías, tío listo? Hacer cumplir el primero y único artículo del reglamento aceptado por la mayoría que tengo en el Congreso de los Diputados, que con total claridad diría así: todo aquel funcionario del ministerio de Educación que en horas lectivas, injustificadamente, no se hallara en su puesto de trabajo, por estar promoviendo desorden público en la calle, quedaría fulminantemente expulsado de su puesto de trabajo, fuera el que fuere.

Y, en cuanto al rector de la Universidad de Zaragoza, por su irrespetuoso proceder ante la augusta persona del príncipe don Felipe, le aplicaría la misma sentencia. Gentes así, individuos que desprecian a España, a sus máximas autoridades y al idioma oficial, El Español, no deben trabajar en las instituciones del Estado Español y, mucho menos, cobrar de él.

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