martes, 10 de septiembre de 2013

EL EGO PERSONAL Y LA SOBREVALORACIÓN.

El ego personal y la sobrevaloración llevan a algunas personas a cometer toda clase de canalladas, cabronadas, soplapolleces y estupideces de todos los colores, formas y tamaños. Eso es un mal que vemos cada día, y que ya no nos extraña. Llegan a la popularidad, desde el anonimato de la normalidad familiar, laboral y ya se creen con el derecho a disputar, constantemente y contra cualquiera, el más alto lugar del podio; la acera de la sombra en el verano, y el calor de la estufa en el invierno. No calibran lo que exige tan alta posición, porque están absolutamente convencidos de ser portadores de las mayores y mejores virtudes.

¿Los otros? Los otros son arribistas, jugadores de fortuna; tahúres, fulleros que intentan, reptando como las serpientes, llegar de cualquier manera, a pesar de no saber de qué va la cosa; y lo que es peor, sin tener la preparación superior necesaria para tan alta magistratura, que es lo que a ellos les sobra.

"Verbis y gracias": La resaca de los Juegos Olímpicos está siendo una amplia panoplia de excusas propias y acusaciones a los demás. He leído en un diario, por poner un solo ejemplo, que el hijo del difunto señor Samaranch acusa al presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, de no haber dado la adecuada respuesta a las preguntas que le hicieron sobre el dopaje. Nadie se cree que esta clase de críticas desde dentro del organismo, se hacen sin segundas, y hasta terceras intenciones. Señor Samaranch, padre, fue durante muchos años presidente de Comité Olímpico Internacional ¿se estará preparando el señor Samaranch, hijo, a emular a su padre?

Otro botón de muestra es la aparición en escena de la señora Esperanza Aguirre pidiendo primarias, para la presentación del PP, en cualquiera de las que se celebren. "Ha llegado la hora de remover las aguas demasiado quietas de la vida de los partidos". Eso, la señora Aguirre, lo dice ahora, y no cuando fue elegida a dedo para encabezar la lista del PP al gobierno de la comunidad Autónoma de Madrid. Entonces, aún, no había llegado la hora de remover más agua que la de la cisterna de su inodoro.

El dicho que muchos llevan en la cartera, ese del "yo lo habría hecho mucho mejor", es el puñal que los incapaces tienen escondido, cuando las cosas van bien, pero cuando pinta en bastos, sibilinamente va a clavarse en las costillas del inmediato superior. "Yo, un Samaranch, lo habría dicho mejor que Alejandro Blanco;" "yo, Esperanza Aguirre, lo haría mucho mejor que Mariano Rajoy".

Otra que tal baila es Susanita, la sociata andaluza que dicen que tiene un ratón que come chocolate, turrón y bolitas de anís. Estatal especie de extraterrestre, después de haber echado los dientes en aquella guarida de rufianes dice, sin que se le caiga un rizo, que va a luchar para acabar con la corrupción, y que se dejará la piel por bajar la tasa del paro, dejando a su "Pigmalion" con los cachetes del culo a la intemperie. Otra manera de decir aquello de "yo lo haría mejor". Pidamos a Dios, nuestro Señor, que no sea el choriceo, lo que quiere mejorar.

No hay comentarios: