viernes, 26 de julio de 2013

OTRA DESGRACIA MÁS POR CULPA DE ESTOS IMPRESENTABLES.

¿Por qué España? ¿Por qué Galicia? ¿Por qué la víspera de Santiago? Señor ¿Por qué nos has puesto una prueba tan dura?

La respuesta de los gallegos a tamaña catástrofe, como siempre que ha sido necesario, está siendo ejemplar. La televisión ha mostrado escenas de una abnegación y un sacrificio rayano en la heroicidad más temeraria, rescatando a personas atrapadas en los vagones en llamas, exponiendo sus propias vidas ¡Esa es Galicia! Gente trabajadora, abnegada y generosa. Hoy, cualquier español bien nacido, estará orgulloso de ser GALLEGO, aunque haya nacido en cualquiera de las demás regiones españolas. Yo me siento muy orgulloso de ser gallego de Murcia.

Las vidas truncadas y las lesiones permanentes que queden como secuelas, sea cual sea lo que motivó el suceso (me resisto a creer que fuera fortuito) quedarán para siempre como una de las peores desgracias ocurridas en esta hermosa tierra. En la mente de muchos españoles, entre los que me incluyo, nos flota la duda de si no se podría haber evitado este doloroso suceso, habiendo hecho las cosas mejor de como se está demostrando que se hicieron.

Estamos viviendo décadas lamentables en las que todo se basa en la propaganda. Los gobiernos hacen cosas, muchas veces, no por lo que son de beneficiosas para España y para los españoles, como debiera ser su obligación, sino por el resultado que en algún momento dará en las urnas. ¿Es quizá eso, la precipitación en las obras que llevaron el AVE a Galicia, el principal culpable de esta desgracia? “Nadie fue tan rápido en el desarrollo de una infraestructura” “Estamos haciendo historia”, se vanagloriaba José Blanco, mostrando esa cara de bobalicón con que Dios le ha premiado, en el mes de septiembre de 2011. Los profesionales que creamos cosas, sabemos que esas cosas se van haciendo por sus pasos contados. Porque un albañil, en lo alto de una pica ponga una teja pegada con un pegote de yeso, no puede decir que la casa está terminada; y si lo dice, es un insensato, como ese 11 de septiembre lo fue el “insuperable” José Blanco, Pepiño, para los que le “conocen” de antiguo.

Poniendo en duda que este sea el único móvil, pues como es sabido las grandes catástrofes ocurren por la suma de varios factores, si creo que, junto a la muy pronunciada curva, a continuación de una larga recta en el que el tren alcanza una velocidad por encima de los doscientos kilómetros hora, podría ser que formaran, junto al factor humano, los tres factores que mayor contribución pusieron en el fatal desenlace.

España es puntera en la tecnología ferroviaria. Los nuevos adelantos en la materia, hacen casi prescindibles a los conductores o pilotos de los nuevos ferrocarriles. Un ordenador pasa a la cabina los datos para una buena y segura circulación. Se podría decir que el conductor o piloto su única labor debería ser comprobar esos datos que le muestra la pantalla. Pero claro, para que el ordenador ponga los datos en pantalla y actúe en rigor, primero hay que poner el material preciso, en este caso, que regule la velocidad en tramo tan peligroso.

Había que inaugurar el tren de alta velocidad antes del 20 de noviembre, fecha electoral ¿Verdad, José Blanco? ¿Cómo? Después de que ganemos las elecciones al capullo (que nadie quiera ver en ese capullo nada sexual) de Rajoy, sin hacer ruido, iremos solucionando los problemillas que han quedado, debió pensar. Pero las elecciones las ganó el capullo, y los problemas quedaron latentes. Cuando algunos de nosotros decimos que falla el sistema, estas cosas nos dan la razón. ¿Qué habría sucedido si en vez del semi iletrado Blanco como ministro de Obras Públicas, hubiera habido un ingeniero de prestigio? Seguro que a estas horas en Galicia, en vez de luto, habría una gran fiesta.

Esta, es otra desgracia más que tenemos que sufrir por culpa de estos impresentables ¡Piojos que fueron liendres, y pican que encienden!

El primer domingo de agosto, Dios mediante, iré a Galicia, como en los últimos años y, a mis amigos galleguiños, les haré patente mi pesar, por esta desgracia que en estos momentos les provoca lágrimas de dolor.

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