martes, 30 de julio de 2013

¿NOS OBLIGARÁN A DESEAR SER CHINOS?

Encausado el Príncipe Rojo, en China. Hasta en la China comunista está penado el soborno, la malversación de fondos y el abuso de poder. Bo Xilai, el Príncipe Rojo, ex secretario general del Partido Comunista en Chongqing, por los mismos motivos que aquí, en España le valdría para ser ministro, presidente autonómico y, hasta Presidente de las Cortes, allí, en China, Bo Xilai, puede ser condenado a muerte. ¿Nos obligarán a desear ser chinos?

Es muy agradable poder leer en el Diario del Pueblo, de China, "El estado de derecho no tiene zona franca, carece de excepciones". Nuestros principales diarios están, como buitres, más en crear morbo que amplíe sus tiradas, que en ayudar a la Justicia a resolver la oleada de delitos que los políticos diariamente vienen cometiendo. No es ético, y si me apuran, no es decente, dar tanto pábulo a un delincuente como Bárcenas, a sabiendas de que en la mayor parte de sus declaraciones, miente como un bellaco, o como un buen político, que viene siendo similar.

No es la suerte del Sistema ni la suerte de los políticos actuales la cosa que más me preocupa (si el sistema explotara junto a sus políticos, no me iban a provocar una lágrima, ni por ello pondría un lazo negro en el asa del orinal). Lo que me preocupa, porque la quiero con todo el alma, es la foto que se está dando de España, en el extranjero; por mucho que en todas partes haya políticos que delincan, aunque en ningún país como aquí.

China, un país de ancestral cultura, ha llegado a la conclusión de que robar al pueblo es uno de las acciones más abyectas que se pueden cometer; uno de los delitos que más merece el máximo rigor, por lo que el príncipe rojo, podría ser castigado con la pena capital.

En nuestra patria se podría unir con muchos casos pero, de manera meridianamente clara, con el caso Noos y el de los EREs de Andalucía. ¿Pena de muerte para los rufianes? ¿Por qué no? Si esa gentuza con su delictiva actuación ha causado la ruina moral, profesional, familiar, económica y, en algunos casos, hasta la muerte, a un sin fin de personas.

La postura mayoritaria es de repulsa a la pena de muerte, sin que la atrocidad del delito sirva para el cambio de opinión; yo, sigo pensando que la pena de muerte es una compensación necesaria para la víctima, y sus familias, al tiempo que una advertencia a futuros criminales. Se defiende que en países y estados en que se aplica la pena de muerte, siguen cometiéndose asesinatos. No me parece un argumento válido pues no se puede saber si aboliendo, la tendencia del resultado sería a favor o en contra. Así que, para mí, sigue valiendo el axioma de que el ejecutado por grandes crímenes, no vuelve a delinquir. La pena capital es como una boina en un perchero, nadie te obliga a cogerla pero, si la coges y te la calas hasta las orejas, tuya es la responsabilidad si después se te cae el pelo.

No hay comentarios: