lunes, 22 de julio de 2013

EN CONSTANTE PELIGRO DE SER ANIQUILADA.




¡España es diferente! Mientras el ciclista norteamericano ha sido desposeído de sus títulos y de sus glorias, dejándole con las vergüenzas al aire, lo mismo que el atleta jamaicano, aquí, no; en la patria del Lazarillo de Tormes y El Buscón, las cosas son diferentes; lo que en otros países se condena, en este país se aplaude y valora: un individuo que afana un porrón de millones de euros, por estos lares, pasa en la valoración popular de un simple ladrón, a ser un tío cojonudamente inteligente. Mientras que una de las salas del Tribunal Supremo, aceptando la existencia del delito, lo excusa y archiva la causa, en Japón un ministro, por quedársele enredados entre las uñas de los dedos de las manos la irrisoria cantidad de cuatrocientos euros, tiene que dimitir.

La ética, la estética, la honestidad, la honradez y la decencia, en estos tiempos en España, está sujeta al albedrío de una clase judicial, parcialmente incardinada en los intereses partidarios de la política y la banca (con las que conforma un triunvirato terrible) que, en lugar de infundir el debido respeto, provoca auténtico asco; profunda repugnancia.

José Blanco tiene la gran "suerte" de ser el destinatario de la generosidad, la benevolencia y buena voluntad de la Sala del Tribunal Supremo que le juzgó, aceptando como buenas -hace falta tener ganas de aceptar- las explicaciones del socialista alcalde de Sant Boi, en las que dijo no haberse sentido presionado por el entonces (sorprendente y sorprendido) ministro de Fomento, José Blanco, para conceder al amiguete Orozco lo que, sin la intervención del ex ministro de Fomento, había denegado.

Una sociedad en la que los culos que se sientan en los sillones de los distintos estamentos de la Justicia son nombrados directamente por el dedazo de los dirigentes de los partidos políticos, es una sociedad en cautividad, atada y amordazada, en constante peligro de ser aniquilada.

En fin; como a las personas decentes no nos queda otro derecho más que el del pataleo, yo, todas las mañanas me acerco al Palacio de Justicia, en la plaza de las Salesas y aprovechando el descuido de los policías que dan servicio en la puerta principal, le pego tres "patás" a la fachada.


El "Campeón gasolinero de Guitiriz" celebra su triunfo a pesar de estar trucado.

El señor (pido excusas a los señores por el mal uso que hago de ese título) José Blanco, salta a los medios de comunicación en triunfo como el ciclista Armstrong, ganador de siete Tours, o como el velocista jamaicano Powell, pulverizador del récord de los cien metros lisos. Ni Pepiño Blanco, ni el ciclista norteamericano ni el velocista jamaicano nos engañan, los tres son unos farsantes que con sucios trucos, cual trileros de mercadillo, se ha valido para llegar a donde querían llegar, ya que por medios lícitos nunca habrían llegado.

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