miércoles, 10 de julio de 2013

ASQUEROSA MANADA DE CERDOS EMBUSTEROS.

Cuando la infección crece y una de las extremidades está purulenta en su totalidad, lo mejor que se debe hacer es sajar para que salga el pus, y si fuera necesario, para salvar lo más importante, la vida del paciente, amputar. Siempre será mejor ser cojo o manco, que difunto para toda la eternidad. Eso fue lo que debió pensar el general don Emilio Mola, cuando ofreció a sus compañeros de armas el levantamiento del ejército, como única solución, ante el trágico esperpento que desde el día 14 de abril, se estaba dando en España. No había otra solución. Desde la proclamación de la II República, hasta el día 18 de julio de 1936, perdieron la vida de forma violenta por motivos políticos, al menos 2.225 personas; fueron quemados más de 800 edificios de culto, conventos (“el problema de la Iglesia lo hemos resuelto no dejando una entera” comentario del comunista Andrés Nin; después sus mismos camaradas en fechorías, le desollaron vivo antes de matarle), y bibliotecas; igual suerte corrieron varias sedes de partidos de la Derecha y del partido monárquico; fábricas, comercios y casas particulares. Nada había que fuera merecedor de respeto.

El levantamiento en armas de aquellos militares, no fue tanto contra la Republica, sino contra los políticos que la usaban de forma dictatorial contra quienes no pensaran como ellos, cosa harto difícil por lo abigarrado que resultaba el revoltijo que formaban socialistas, comunistas, cenetistas y separatistas; todos ellos gentes de mal vivir.

Los españoles, hasta muchos de los que votaron a candidatos monárquicos en aquellas elecciones municipales, por estar hartos de reyes golfos, puteros y bebedores, aceptaron de buen grado el Golpe de Estado que dio aquel 14 de abril. Para la gran mayoría de los españoles la salida de Alfonso XIII, fue como cuando en pleno mes de agosto, alguien abre la ventana de la habitación y entra una ráfaga de aire fresco. Nadie que fuera decente en España perdonó los tres militares, los generales (el general Primo de Rivera, el general Berenguer y el almirante Aznar) sacrificados y traicionados por un monarca que ni siquiera tuvo la dignidad, ni la hombría de defender, con su presencia ante los acontecimientos, a quienes iban en las listas, en representación de la Institución que él encabezaba, lo que a los pocos meses a muchos de ellos les costó la vida cuando cayeron en manos de los asesinos de la CNT, PSOE o PCE. La Republica, nacida sin fórceps, enseguida se hizo comusocianarquista.

Durante los cinco años que duró la República, se podría decir que no hubo un solo día que discurriera placido; sin ninguna clase de incidencia negativa. En tan corto periodo de tiempo se hicieron 4.204 huelgas, repartidas por todo el territorio nacional; hubo, sobre todo en Andalucía (como ha vuelto a ocurrir) incautación de fincas, que después de arrasadas dejaban abandonas; fábricas tomadas a la fuerza por los anarquistas, en algunos casos llevándose la vida de sus legítimos dueños, que autogestionaban los obreros, mientras tenían material y que, como las fincas, dejaban abandonadas, si no las habían quemado.

Las nuevas generaciones tienen el derecho, y la obligación, de conocer la auténtica historia de aquellos sucesos; el por qué de aquella guerra que enfrentó a hermanos contra hermanos e hijos contra padres para que, conociendo los motivos, valoren los sacrificios de aquellos que perdieron la vida en el empeño de crear una perspectiva mejor que la que el comunismo, el socialismo y el anarquismo propusieron: horror, pobreza, esclavitud y muerte.

Aquellos militares que ante la descomposición de la Nación y el desorden creciente opusieron con valor su obligación de servir de la mejor manera y con honor, no a un gobierno ni a una idea política, sino a España, no debemos consentir que ahora, que no están en condiciones de defenderse por no estar vivos, una asquerosa manada de cerdos embusteros -defecados no paridos-, les insulte y mancille.

1 comentario:

Unknown dijo...

Volveremos a tropezar con la misma piedra. Sólo hay que ver las encuestas y cómo los coumistas suben cómo la espuma sin opción válida para impedir que se conviertan en cuña que, junto con los sucialistas, nos proporcionen otro tenebroso periodo de nuestra historia.