sábado, 9 de febrero de 2013

NI UN SOLO GRANO DE INTELIGENCIA.

Las críticas, en política, como en cualquier orden de la vida, deben ir siempre acompañadas de alternativas, a partes o a su totalidad; y, si no se tienen alternativas, como pasa en estos momentos entre el paisanaje que bulle por los partidos de la oposición (chivas sin pastor), lo mejor que se puede hacer es reconocer y esconder su ignorancia; callar; escuchar buenos consejos y prepararse de manera adecuada (existen profesores particulares que con sus conocimientos, en un tiempo prudencial, 6 o 7 años, les puede desasnar) para cuando llegue la ocasión de ejercer oposición, puedan, sin hacer el ridículo, expresarse con cierto tino y cierto conocimiento, no vale exagerar. Esta sentencia llevada hoy a efecto nos daría un silencio sepulcral en todos los foros de la gobernación de este sufrido Estado de las Autonomías. Es imposible que se haya dado en el pasado y dificilísimo que se de en el futuro, una parva que después de muchas vueltas dadas por la pareja de bueyes tirando del trillo sobre ella, se pueda llegar a recoger tanta cantidad de paja, y ni un solo grano de inteligencia.

Mucho está fallando en España para que la inmensa mayoría de sus habitantes, españoles y asimilados, desconfíen, el 80% y 88%, del jefe del Gobierno y del “padrone” de la oposición, para que les “concedan”, respectivamente, tan baja consideración (el 20% y 18%); tan poca confianza. La práctica totalidad de los españoles y españolas, sin dudarlo un solo instante, en caso de necesidad extrema antes dejarían a sus hijos al cuidado del Conde Drácula o del estrangulador de Boston, que al cuidado de esta pareja de dos, que anotaban los abuelos.

Hay quienes aseguran que los sistemas que históricamente se han empleado para la gobernación de los estados son buenos, regulares o malos no, por las letras que componen su denominación de origen, sino por la categoría intelectual, moral, ética, de honradez y altruismo que presenten las personas que deciden asumir los deberes que conlleva el oficio de gobernar.

Es verdad que ha habido muy buenos reyes, además de los reyes Magos, que han gobernado a sus súbditos con ciencia y magnanimidad; reyes que asumieron la pesada carga de la corona con vocación de servicio, humildad, entrega y un profundo sentido de la responsabilidad, que les llevaron, por buscar el bien de su reino, hasta el sacrificio de sus propias vidas y algunos los más sacrificados ¡mucho más! siempre buscando por encima de su propio bien, el de sus vasallos; pecho por delante, a lo Guerrero del Antifaz, llegaron a ser capaces de contraer nupcias con princesas horriblemente feas y bigotudas que, por miedo al agua, olían a chotuno que tiraban de espaldas, por muy mal que se anduviera del olfato.

La monarquía soberana, déspota y absolutista fue sustituida por la democracia moderna, soberana, déspota y absolutista que, para penetrar de forma sibilina en la mente de gente que por aquel entonces andaba por el mundo sin conocimiento político, mas o menos como ahora, usó el mentiroso latiguillo de ser el gobierno de ellos; de las mayorías indiscriminadas. Ese invento apareció, como es sabido, en el siglo XIX, trayendo en la cartera la instauración del sufragio universal, como faro y guía del sistema: la metes por la rajita (
la papeleta) y saldrá de la urna de cristal, como el genio de la lámpara le salió a Aladino, la persona que te representará, desinteresadamente y a precio reducido, en los órganos que para tu gobernación hemos inventado. Este peculiar sistema, colonizado desde el principio por gentes ambiciosas de poder y de riquezas, aspectos que han ido heredando las sucesivas hornadas, ideó -de cara a aquel populacho ignorante, aspecto este, que han ido heredando las sucesivas hornadas de populacho-, que, para determinar qué tipos de política deberían establecerse, industrial, sanitaria, con el exterior, energética, agraria, de defensa; o, sobre la justicia, lo mismo pesaba y valía el voto de un catedrático licenciado en Ingeniería; en Bioquímica; en medicina; en ciencias Políticas; en la Enseñanza, que el de un analfabeto, o de un desinformado, porque con el nuevo sistema se instauraba el derecho a la igualdad: un hombre, un voto; más tarde, a pesar de estar en contra el socialismo, también alcanzaron ese derecho las mujeres.

Hay otros sistemas, en estos momentos muy denostados: la Dictadura, que por sus resultados, muchos millones de personas asesinadas sin justificación, si es que puede haber justificación para eso, nadie la quiere, y el Estado de Autoridad. El recelo hacia este sistema está mucho más en las mentes de los aspirantes a político desvergonzado y chorizante, que les produce salpullido actuar responsablemente ante una autoridad, que en la mente de la gente sencilla que, en la autoridad, policial y judicial, piensan que están debidamente guardados sus derechos. Está demostrado que los países se desarrollan mejor y más deprisa disciplinadamente que discutiendo cualquier forma de autoridad.

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