viernes, 23 de noviembre de 2012

NO TENÍAMOS BASTANTE CON LO NUESTRO...

Desde hace algún tiempo, Madrid se esta viendo invadido por una legión de gitanos rumanos aposentados en las esquinas de sus calles, envueltos en suciedad y miseria, cuando no están por las calzadas de cualquier calle, metiéndose entra los coches para pedir, o empujando un carro robado en algún supermercado, recogiendo y al “descuido” toda clase de material susceptible de ser vendido en cualquiera de las chatarrerías que se han abierto en los últimos tiempos.

No teníamos bastante con lo nuestro, que ahora los tenemos que sufrir de importación que por serlo, no son de buena calidad.

Soy católico convencido y creo, como nos dice la Santa Madre Iglesia, que todos, hombres y mujeres, somos dignos de igual respeto y aceptación y, creo, como cualquier persona normal, que no es el color de la piel, lugar de nacimiento ni el sonido de la voz, motivo para que nadie sea discriminado ni vejado. Como cualquier hijo de vecino he vivido buenos y malos rollos con “payos” y con “calés”; con europeos blancos como las nieves del Kilimanjaro; africanos; asiáticos u orientales. Jamás nadie me ha molestado, sin que ellos no lo hayan hecho adrede. Como bien dice mi buen amigo y mejor camarada, Rafael C. Estremera, como no soy demócrata, le doy todo mi respeto a todo el mundo que a mí me respeta: países; religiones y etnias; siempre que ellos sean respetuosos. Una vez dejado sin oportunidad a quienes pudieran tacharme de racista y xenófobo, seguiré con el tema de los gitanos rumanos.

No comprendo como es posible que la Delegación del Gobierno, la Comunidad Autónoma o el Ayuntamiento de Madrid, aún no hayan tomado las adecuadas medidas que impidan que esas personas deambulen a su antojo, sin que esas instituciones del Estado, se preocupen por ellos para bien, o para mal.

Alemania; Francia e Italia han cerrado sus fronteras a tan molestos “turistas” (ni siquiera en Rumanía son queridos), les han empujado, cuesta abajo por Europa y, como cualquier otra especie de delincuentes, han encontrado toda clase de facilidades para montar aquí sus campamentos. Para quien ha conocido la pobreza y ha padecido hambre, la pobreza de los demás no deja de conmoverme. Me conmueve ver que hay muchos españoles y españolas que son pobres porque les han cercenado la posibilidad de, con su trabajo, dejar de serlo. Personas que con buena cualificación profesional que, sin problemas y cumpliendo con su obligación, se ganaban la vida, hoy son pobres pero con intención y ganas de encontrar la posibilidad de volver a trabajar; lo de estos gitanos rumanos, ni han trabajado, ni entra sus planes de futuro tan insensato pensamiento.

Hace algunos años el señor Alfonso Guerra se le ocurrió una de sus maldades, “vamos a dejar a España que no la va a conocer ni la madre que la parió”. Señor Guerra ha resultado más certero que su paisana la bruja Lola.

Insisto; no me molesta la diferencia racial, entre otras muchas cosas, porque España es un crisol don de se han fundido una buena cantidad de razas, motivo por el que los españoles, aun habiendo nacido en la misma población, somos diferentes: estatura; color de cabello y tez y de carácter. ¡Gracias a Dios! Porque si todos fuéramos iguales, sería muy aburrido.

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