viernes, 14 de octubre de 2011

La viga maestra.

A los cinco sentidos, Vista, Oído, Tacto, Gusto, Olfato, hay que unir, el innato sentido que el ser humano empieza a desarrollar desde el momento mismo del nacimiento: la Justicia. Son muy necesarios los cinco primeros, en distinto orden y en distinta escala de valores, pero, si prescindimos de uno de ellos, sea el que sea, podremos sobrevivir y alcanzar un alto grado de normalidad y de felicidad, es más, posiblemente podriamos llegar a alcanzar "el estado del bien estar" del que tanto alardea el inútil de Zapatero, ese que a tan pocos llega.

Todos conocemos a ciegos y sordos al frente de grandes empresas, médicos, ingenieros, periodistas; los hemos visto participar en los Juegos Paralímpicos; casados y felices padres de familia. Tacto, puedes vivir perfectamente, aunque no tengas, si eres hombre, el placer de sentir la suave piel femenina; si eres mujer, la basta piel masculica. Gusto, aunque tambien es una desgracia, se puede vivir toda una vida, sin disfrutar del sabor de una buena merluza a la vasca, pongo por caso. Olfato, este sentido, creo que de los cinco que se nos enseña desde pequeños, en la escuela y en casa, es el menos importante y quizás el que en algunos momentos, nos gustaría haberlo perdido.

Un niño ciego; un niño mudo; un niño sin tacto; un niño sin gusto o un niño sin olfato, tarda mucho tiempo en comprender su minusvalía; pero todos ellos, independientemente de su minusvalía, desde muy temprana edad, notan algo que no entienden, pero si intuyen que tiene que ser de otra manera. Pongamos el ejemplo de dos niños gemelos de pocos meses; si la madre le quita el pecho o el biberón a uno para dárselo al otro, el que ha sido desposeído, normalmente, se pone a llorar; si esperamos que pase un año, y a uno le ponen en el plato más comida, el otro, normalmente pedirá más o lo tomará a la fuerza del plato del hermano; si en un parque hay un niño con una bicicleta, automáticamente habrá otro que piense que él, también quiére montarse en ella. Con ejemplos fácilmente constatables, podríamos llenar todo un rollo de papel higiénico, marca "el Elefante", si es que aun se fabrica ¡Qué malísimo era el jodío!".

La justicia que se pide, no siempre es coincidente con la justicia legítima, pero el deseo, sí. El sentido de la Justicia, es de tal importancia que, si hubiera un lugar en el mundo, en el que no existiera ni una brizna de ella, la vida humana no podría desarrollarse, y terminaría por desaparecer. La justicia es tan imprescindible, que si no existiera, yo mismo, la inventaría. Je, je, je…

En estos momentos en España, sufrimos un sistema político que, por su idiosincrasia, se ha nutrido, para su administración y gobierno, de unos impresentables que, si no han terminado con la justicia y con el sistema politico, es porque les faltan unos cuantos hervores para ser seres humanos; sus cerebros insuficientemente desarrollados, llegan un poco más allá de lo instintivo, que en ellos es el choriceo, el mangoneo y el folleteo a cargo del contribuyente; cuantos de estos hay que acaban de aprender a caminar erguidos, y lo primero que han hecho, es comprarse un “chalete” y un ático en la costa y dos cochazos.

Entonces el asunto está perfectamente claro. Según mi opinión, para que un sistema político adquiera su máxima legitimidad, ha de hacer de la JUSTICIA su columna vertebral; la viga maestra que sostenga  todo el peso del Estado, al tiempo que con su independencia, claramente establecida desde un principio, vigile, con el ojo que no le tapa la venda, el buen funcionamiento del entramado gubernamental; el buen hacer de sus responsables. No hay nada más perjudicial –peor que una plaga de ratas- para cualquier sistema político, que un rebaño de políticos con ansias de poder, para llegar al dinero, y llevárselo crudo ¿No es verdad? Pepiño.

Por cierto, ya que hablamos de justicia: Caritas Española ha dado de comer al hambriento; de beber al sediento; de vestir al desnudo y posada al peregrino, a un millon de personas.

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