jueves, 27 de octubre de 2011

¿A dónde podríamos llegar?

Ya empiezan a hacer las peticiones –la lista es larga- de las contraprestaciones como pago al “tan esperado” anuncio de los asesinos etarras de dejar de salir a cazar españoles por el resto de España. No las hacen directamente los pistoleros –estaría mal visto-, que es lo pactado con los negociadores del gobierno socialista –eso quedará para la historia de las grandes traiciones-; lo hacen, por riguroso orden los santones, santos y monaguillos del aldeanismo vasco. Primero, el presidente del Partido Nacionalista Vasco, señor Capullo…  o, ¿es Urkullu? Va, qué más da, si no es Capullo por apellido, lo es por méritos propios; el caso es que se acerca a las ventanillas de las instituciones, autonómica y nacional, igual que lo harán por turno los etarras disfrazados de cordero, con las peticiones que todos sabíamos que se harían, incluyendo los del gobierno felón, y la cúpula de la ETA, que al fin y a la postre es quien las ha redactado. 

El separatismo vasco, y no trato de descubrir un arcano, es como un árbol, reseco y meado por los perros, pero al fin y al cabo un árbol; el tronco es el PNV, las ramas gruesas los terroristas y el sindicato pro etarra ELA, Sindikatua, las ramitas; son todas las asociaciones y coaliciones tan útiles cuando se acercan las elecciones municipales, como lo serán el día 20-N, en las generales. De forma, que cuando hubo atentados en el pasado reciente y cuando los haya en el futuro, la responsabilidad debe ser compartida a partes iguales, dejando un tanto por ciento importante para este gobierno socialista.

Siento vergüenza, a largo plazo, por la actitud pasiva de los españoles, entre los que me encuentro, ante esta maniobra de desguace que se está fraguando. ¿Qué quedará de España cuando se cumplan los tramites secretos del manifiesto etarra?  Dentro de algunos años en los libros de texto, que serán electrónicos, cuando hablen de este asunto, nos pondrán como ejemplo de desinterés patriótico y de cobardía colectiva, por no haber sido capaces de responder con la hombría requerida por –aunque haya quien me tache de exagerado- la Patria. Cuando la Patria te llama, aunque sea de forma silente, no cabe la excusa de que el sistema partitocratico no deja resquicio; la verdad, es que hemos perdido el camino, y no nos molestamos en tratar de encontrarlo a pesar de que somos muchos los que deambulamos sin más "alimento” que nuestras escasa reservas. Y, yo me pregunto ¿A dónde podíamos llegar si nos dedicásemos a buscarnos? ¿A dónde podíamos llegar si nos empeñásemos en juntarnos?  ¿Qué podíamos lograr si juntos exigiésemos respeto? Respeto ¿a qué? A todo: a la unidad de las tierras de España; a la dignidad de las víctimas del terrorismo; a los sentimientos religiosos que están tan arraigados en los españoles/as; a los trabajadores/as que esperan, con su esfuerzo alcanzar un porvenir digno; a las empresas para que puedan crecer en tamaño, y junto con sus trabajadores, puedan crear riqueza; a la agricultura, para que sea capaz de abastecernos, sin necesidad de importar productos foráneos de menor calidad; al mediano y pequeño comercio, para que no tenga que competir en desproporcionada desigualdad con las Grandes Superficies;  a los maestros; a los médicos; a los funcionarios de carrera (por oposición) para que no sean sustituidos por tuercebotas que solo hacen una cosa bien, cobrar; respeto a los ministerios, que impida que cualquier pelagatos pueda llegar a encabezarlos; a la presidencia del Gobierno, por el mismo motivo; a la Jefatura del Estado, para que no llegue a tan alta magistratura nadie que no se lo merezca. Y por último y no lo menos importante, a las universidades y a los universitarios, para que puedan aportar su riqueza intelectual, tan necesaria para el adecuado desarrollo, y como ariete de las nuevas fuentes de riqueza a través de I+D.

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