sábado, 17 de septiembre de 2011

Hijoputos como lagartijas.

El señor Arturo Más, como premisa, es un hijoputo. ¡Ojo!, no confundir con hijoputa, ni con hijo de una puta, que son dos figuras gramaticales absolutamente diferentes, en lo que cada una de ellas quiere representar, eso es algo que no necesita explicación; la primera figura, la afirmación sobre el personaje aludido, sí que me place explicarme, para que se pueda entender el asunto que quiero tratar y como lo quiero tratar.

Un hijoputo, normalmente, es el hijo de una mujer (señora, por mi educación) y de un hombre (señor, por mi educación) que no siempre es fácil de encontrar, aunque, por supuesto, es también actor principal, aunque el embarazo haya sido in vitro. Una vez nacido el hijoputo, en casi todos los casos, suele dormir por el día como un tronquete, para poderse pasar toda la noche llorando como un desesperado, impidiendo dormir a los progenitores, que al día siguiente van a trabajar como verdaderos zombis. En el colegio suele ser el que se chiva de las pequeñas chiquilladas, gamberradillas sin importancia, que hacen los compañeros, que él infla para ganarse el favor del  profesor. En la universidad, es el estudiante que se vale de un pequeño aparato electrónico, aplicado a la oreja, apenas asoma, que le va dictando, puntos y comas, el texto de los exámenes. Es el que no cede los apuntes, los vende; no compra tabaco, fuma y bebe de los demás. Con el título universitario mal logrado, no busca trabajo, se afilia a un partido político; unos, usando la influencia de los padres; otros arrastrándose como lagartijas, van ascendiendo en el escalafón, hasta llegar a alturas insospechadas, y desde esa atalaya, se venden al mejor postor, sin que les importe la ética ni la decencia.

Es posible, o no, que el señor Arturo Más, sea un cliché de lo que he dicho, pero estoy plenamente seguro que en un tanto por ciento alto, sí que es; no más que leer sus declaraciones en la prensa escrita o audiovisual.

Precisamente unas declaraciones suyas, recogidas por mi periódico de cabecera “El Mundo”, es el combustible que ha encendido mi deseo de descubrirle como el hijoputo de alguien, que reptando sobre la caca que iba soltando el Jorge Pujol, ha llegado a la presidencia de la Generalidad de Cataluña.

El muy hijoputo, se ha venido a Madrid  (mecachis… para haberlo sabido), a celebrar la parida que ellos llaman “Diada” (que no es más que una palurdez separatista), y ha aprovechado la ocasión para decir la gilipollez (argot que todos ellos usan con gran soltura y desparpajo) que la última reforma de la Constitución, ha roto el consenso constitucional. Y anunció delante de un “gruppetto” no más numeroso que los ciclistas que corrieron La Vuelta, que es tiempo de que Cataluña “haga su propia transición nacional”. Y asegura que “la Constitución ha dejado de ser el punto de encuentro de Cataluña con el resto de España” hechos que son “el jaque mate del espíritu constitucional y del consenso constituyente”. El hijoputo, también es un tremendo embustero, que sabe dirigirse a gentes tan hijosputos, como el.

Los hijosputos, como las prostitutas, se venden por dinero. En el caso que nos ocupa, el Arturo Más, nos lo confirma lamentándose con las siguientes palabras: “han dejado atras a CiU, a pesar de que el catalanismo salvó a España de la quiebra” cuando votó a favor de los recortes de Zapatero. Lo que no cuenta es lo que nos costó a todos los españoles ese chantaje.

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