Se acabaron las fiestas.

Estimados Rafael Estremera, camaradas y amigos; como los pamplonicas, regreso hoy, cantando el “Triste de mí, ya se acabaron las fiestas…” me consuela el saber que ya solamente me quedan 11 meses para volver a coger vacaciones. Educadamente os pregunto a todos ¿qué tal habéis pasado estos días de agosto? ¿Os encontráis bien de salud? Mi deseo es que todos os encontréis, lo mismo que vuestras familias, en la mejor de las situaciones posibles. Amén.

Al llegar a casa, lo primero que he hecho ha sido encender el ordenador, me he instalado en mí trinchera y he encontrado en la bandeja, al lado de la metafórica (no quiero equívocos peligrosos) ametralladora, dos mensajes que me han llenado de alegría, uno anónimo y el otro de mí, físicamente desconocido, pero no por ello menos apreciado, camarada Rafa España ¡Muchas gracias, coño! Muchas gracias a los dos; yo también os llevo, como a todas las personas decentes que conozco, dentro de mi corazón.

Eloy R. Mirayo

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Durante el mes de agosto, además de dedicarme a no hacer ningún esfuerzo físico que no fuera el necesario de levantar la cuchara o el temedor hasta la boca, a la hora del almuerzo o la cena, también he ocupado mi larguiiiisimo tiempo libre, en leer el periódico que normalmente compro y leo durante todo el año: “El Mundo”. Bueno, he dicho leo, cuando debería decir ojeo. Sí, eso es, ojear es lo que hago de ordinario, y cuando encuentro algun editorial, noticia o artículo que me llama la atención, lo leo y lo releo, ya que no suele darse con mucha frecuencia ese pequeño milagro que es encontrar algo interesante negro sobre blanco.

Pues bien, entre lo poco que he leído que me haya interesado, no por su calidad si no por su mala leche, hay varios articulillos firmados por Antonio Gala, cabreado por la llegada del Papa a nuestra ¡¡¡PATRIA!!! Esta finiiiisima criaturita, rojiiiisima y delicadiiiisima como una primaveral amapola, le pide al Pontífice que realice unos cuantos milagros, de la misma manera que se le pide al churrero que suelte en la freidora unos cuantos churros, sin atender al hecho de que los milagros los realiza Dios, a través de quien Él lo quiere y cuando Él lo cree necesario. La exigencia de don Antonio lo que demuestra de forma indiscutible es que el señor Gala piensa, como hace algunas otras cosas, con el culo.

Desde siempre he tenido dificultad para entender, a través de sus escritos o apariciones en los medios audiovisuales a don Fernando Sánchez Dragó; no termino de entenderle, pero me gusta, sobre todo,  por su espíritu contradictorio, con el que vagamente me identifico, y por su variada y fresca forma de expresarse. Me gusta, porque sin excluir a nadie, de manera radical, hace la crítica de todo y a todos, resaltando lo negativo, al tiempo que eleva lo positivo, y si no, da pistas.

Me figuro que de la colaboración de don Fernando Sánchez Dragó, en el periódico el Mundo, del día 22 de agosto, en la que como yo –perdonad el yoísmo-, no está de acuerdo con las intervenciones de fuerzas extranjeras en ninguno de los conflictos armados que se están llevando a cabo en estos momentos en el mundo. Y así, de esa manera, nos habríamos ahorrado la muerte de nuestros soldados, asesinados de mala manera, en países donde no se les quiere. Yo también creo que todos los países tienen derecho, y obligación, de arreglar sus problemas en la intimidad de sus fronteras, sin que nadie les vaya a dictar la forma de hacerlo, mientras intentan de paso cambiarles sus costumbres más arraigadas y su ancestral cultura. Los españoles lo hicimos en 1936-39, y nos salió bastante bien. Aunque como las flores, por muy hermosas que sean, el tiempo las aja de tal modo, que hasta llegan a pudrirse, cambiando su olor natural por otro totalmente fétido.