lunes, 4 de julio de 2011

Respeto natural.

En estos días se está celebrando en Madrid  la Fiesta del “Orgullo Gay”. Eso es algo que me deja un tanto turulato ¿El Orgullo Gay? ¿Alguno de vosotros ha celebrado alguna vez el día del “Orgullo Hetéro”? ¡Pues claro que esas cosas no son para sentirse orgulloso! Se viven y se disfrutan con normalidad, sin tener que dar de “ello” un cuarto al pregonero. Los humanos somos seres sexuados y,  como cualquiera otra criatura, usamos la sexualidad para  reproducirnos, como acción principal. Circunscribiéndonos a la especie humana, pienso que todos tenemos derecho al goce sexual, sin más freno que el respeto a los demás (no violaciones; no al abuso de menores; no zoofilia). La moralidad ha creado unas normas que nos comprometen; quienes no las siguen, o las vulneran, son personas amorales, por propia iniciativa.
Quisiera decir, no sé si he sido capaz de dejarlo meridianamente claro, que yo siento respeto de manera natural, por todas aquellas parejas (¿cómo?  me es igual), que su comportamiento sea suficientemente discreto; sin espectáculo.
Hay muy pocas cosa de las que yo me pueda sentir orgulloso, me imagino que como el común de los mortales. Son pocas, pero muy importantes, al menos, para mí: haber construido junto a mi mujer (tenemos dos hijos),  una familia en la que el mayor bien, es el amor; estoy orgulloso de tener, pocos, pero muy buenos amigos y camaradas; estoy orgulloso de mi caminar hasta el día de hoy, porque no he hecho a conciencia mal a nadie; estoy orgulloso de haber alcanzado el nivel profesional que he alcanzado, aunque se los hay mejores; estoy muy orgulloso de escribir en este blog –gracias Rafa-, porque sé que ahí, al otro lado de la pantalla, hay unas personas que me dejáis estar un rato con vosotros y deciros estas cosas que se me ocurren.
Si tuviera los ojos verdes esmeralda y la tez aceitunada; si tuviera un cuerpo diez, de 1,90 de estatura; si tuviera el cabello rubio y ensortijado; si tuviera un rostro de bellas facciones, no estaría de ello orgulloso, porque todo eso, no me lo habría sido obra mía, sino de la naturaleza. Pues bien; si la “masa” amariconada que se reúne en el llamado barrio de Chueca, piensa que lo que son, es algo perfectamente natural, huelga el sentirse orgullosos, ya que ellos y ellas no han hecho nada especialmente extraordinario para llegar a ser lo que son; en la gran mayoría de los casos: maricones y tortilleras; una chusma exhibicionista y mal educada, que hace gala de su peculiaridad, al tiempo que hace mofa y befa de personas e instituciones totalmente respetables, porque se lo han ganado.
Me contó un amigo que fue “legía” en las ultimas escaramuzas de Sidi Ifni, que en su compañía había un legionario que era homosexual, sin esconderse; un día, otro legionario le preguntó: “como siendo maricón, te has hecho legionario” y respondió: “si, yo soy maricón, pero en la trinchera, frente al moro, soy más hombre que tú, cabrón”. Este si se podría sentir orgulloso.
¡Pues… eso!

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