martes, 19 de julio de 2011

El Pernales y los Siete Niños de Écija.

Hoy, 18 de julio, alguien como yo, que aspira a ser un buen español, no puede dejar pasar el día sin hacer una mención especial a quienes hace 75 años pusieron sus vidas a disposición de España, para salvarla de la revolución larvada en la que se veía envuelta; encrucijada a la que había llegado empujada por una clase política infame, que la llevaba hacia la sovietización.
Hoy, rindo homenaje a todos los españoles que murieron en los campos de batalla, con la esperanza de que su sacrificio fuera la semilla que alumbrara una Patria mejor; a todos los españoles que fueron asesinados por sus creencias religiosas y, también rindo homenaje a quienes fueron vilmente asesinados, simplemente, porque a unos desalmados les salió de sus genitales. Va por los primeros mi agradecimiento de bien nacido, y por los demás, mi oración más fervorosa.
Hay quienes se atreven a decir, mostrando su ignorancia o mala fe, que el 18 de julio de 1936, fue el chispazo que dividió a los españoles en dos facciones irreconciliables. Es falso; los españoles se fueron radicalizando por culpa de los políticos del momento, que una vez que se instauró la República (de manera ilegal), no supieron usarla adecuadamente, y lo que sí hicieron fue pegarse los unos a los otros con ella en la cabeza, y cuando se cansaron de golpearse, se la dejaron, hecha jirones, a los recién nacidos grupos revolucionarios de la más extrema izquierda, empeñados en introducir a España en el conglomerado soviético, como una hija más de la “Madre Rusia”. Y, como en Rusia, aquellos facinerosos, dijeron que la mejor manera de convencer a los que no pensaban como ellos, era matándolos, ocupación que llevaron a cabo con gran generosidad, diligencia y fruición, en las ciudades de la retaguardia de sus frentes.
Esto que estoy escribiendo, después de más de 70 años, no lo debería hacer; y no lo estaría haciendo, si los perdedores de aquella guerra, por más que sean jóvenes, no nos estuvieran dando la barrila constantemente, con el coñazo de la Memoria Histórica; la que han apañado a su gusto, dándole “tres patás” a la verdad.
Hace unos pocos días escuché a lo más granado de los ancianos de PSOE: Felipe “X” González, Alfonso Guerra, José Bono, Joaquín Almunia y algún etcétera más que por su menor relevancia se me ha olvidado, cantar las excelencias del recientemente nombrado candidato (y líder) de PSOE a las próximas elecciones generales, cuando se celebren, Alfredo P. Rubalcaba “El Cuervo Negro”. Pues bien, me he enterado que estos distinguidos personajillos, ha creado la ONG, Gilipollas sin Fronteras, como escuderos del “Cuervo Negro”; algo así como “El Pernales y los Siete Niños de Écija”, en versión política.
Las personas decentes vamos a dar las gracias a Dios a la Iglesia cuando nos ocurre algún suceso  positivo, sin necesidad de que sea algo extraordinario. Los socialistas lo celebran en un local “sauna”, donde hay señoritas del amor hipotecado, y en donde pierden la poca vergüenza que de normal tienen, junto a la poca dignidad que de normal tienen.
Señor Casimiro Curbelo, es usted, según el parte policial, un impresentable socialista borracho y pendenciero.

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