miércoles, 8 de junio de 2011

¡Si en este país hubiera justicia!

El científico valenciano don Santiago Grisolía apunta hacia la carne como vía de contagio de la bacteria E.coli. Según don Santiago, es posible que el contagio se haya producido por la ingestión de carne de vacuno, por ser esta bacteria más corriente entre las vacas. Estas puntualizaciones hechas por tan ilustre investigador, me dejan un tanto desconcertado pues, habiendo tanto cabestro en la izquierda española, no comprendo cómo es posible que no se haya desarrollado la enfermedad, con gran virulencia, por ejemplo, en la calle Ferraz, sede del PSOE y en la calle Batalla de Belchite, sede de Izquierda unida o en “La Puerca del Sol”.
Ahí va una de rojos, tan rancios, como solamente pueden serlo los rojos. El señor Gaspar Llamazares pretende modificar la Ley de la Memoria histórica, para que queden anuladas todas las sentencias que dictaron los tribunales, que el muy imbécil, tacha de franquistas. La idiotez es una esencia etérea e ingrávida que suele hacerse notar, cada día con mayor fuerza y mayor abundancia. Pues bien, al “Gasparin” se le ocurre, en un empacho de idiotez, anular unos procesos, ajustados perfectamente a la ley. Durante los años que duró el régimen nacido del Movimiento Nacional, los tribunales fueron presididos por jueces de carrera, salvo en los primeros momentos después de acabar la guerra, que hubo jueces militares que entendieron de delitos que se cometieron, preferentemente en las retaguardias de las tropas: asesinatos alevosos; sacas de las cárceles; violaciones; sacas de las cárceles que terminaron en fusilamientos; los tristemente célebres “paseos” que terminaban con un tiro en la nuca de algún infeliz, por el mero hecho de ser católico, comerciante, industrial o simplemente por ser una persona decente. También esta subespecie de ser humano pedirá que se declaren nulas las sentencias de aquellos “tribunales populares”, sin defensor del acusado, que todos acababan, indefectiblemente en Pena de Muerte. ¿Les devolverá la vida a los españoles que yacen enterrados en Paracuellos del Jarama? ¿Pedirá que se encause a Santiago Carrillo, teniendo en cuenta que los genocidios jamás prescriben? ¿No? Pues ¡cállate cabrón!
Señor Llamazares: estoy seguro que su madre fue una honesta ama de casa y una honrada madre y esposa, pero usted, y no me cabe la menor duda de ello, es el clásico producto de la unión de una ramera y de un cerdo.
Cada día está más cercana la fecha de la diáspora socialista. Ya van saliendo poco a poco, con las manos en los bolsillos, silbando bajito una melodía misteriosa y mirando al cielo, tratando de pasar desapercibidos. Se van, pero antes ya se habían llevado los cuartos y los enteros. Si en este país hubiera justicia… ¿usted que piensa, señor Bono?; y ¿usted, señor González?; o ¿usted, señor Rubalcaba? –perdone si no le digo Alfredo-; también usted, señor Griñán…

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