domingo, 29 de mayo de 2011

Navajas cabriteras.

Como decíamos ayer (que diría un cursi), los socialistas ya han sacado las navajas cabriteras y las blanden los unos/as, contra los otros/as, mientras los “listillos” están esperando a ver quién cae, para unirse al vencedor. De esta no va a quedar en la Sede de Ferraz, ni el cuadro con la foto de Marcelino Iglesias, que como sabéis, no es el padre de Julio (Me va, me va, me va...). Y, como los españoles, tenemos esta manera de ser tan peculiar, tirado a memos, los dejaremos ir, sin regalarles unos fuertes aplausos en sus rostros, que les hagan mover los ojos, como las figuritas que salen en las ventanillas de las máquinas tragaperras.
Bromas aparte ¿es qué se les va a permitir a gentes que han sido tan dañinas para los españoles irse así, de rositas? Que no me pidan opinión, porque con el cabreo que he ido almacenando, igual que un día desde una tribuna en plena plaza de Chamberí (yo soy así de castizo), pedí la pena de muerte para los asesinos de ETA, para algunos de estos mangantes, creo… sí; creo que la volvería a pedir.
Algún día, quizá no muy lejano, cuando de verdad se conozca a los verdaderos culpables de la masacre del 11 de marzo, y a ello se sume lo que van a dejar, eso que ahora digo, no parecerá una barbaridad, salida de la mente de un bárbaro extremista.
Hoy he tenido el cuajo de escuchar durante unos pocos minutos (no me deis por ello una medalla), en el programa de Carlos Herrera, en Onda Cero, al ¡Invictus! Tomás Gómez decir las mismas idioteces y las mismas mentiras, corregidas y aumentadas que soltó durante la campaña electoral.
Ahora ya no hay excusa. Este hombre es un imbécil y además, le encanta serlo. Bueno, ya lo sé; no es un caso único entre aquel “ganao”, pero es a quien esos momentos, cortos momentos, estaba escuchando. “Usted pidió en los mítines que no se debía votar a la señora Aguirre y al PP, porque eso era votar a la derecha de la derecha”, le dijo Carlos Herrera. “si” contestó. “Entonces para usted ¿toda España es fascista?”. “No, no era ese el fondo que yo quería dar a ese mensaje”. Y además de imbécil, es tan inculto que ni siquiera sabe el significado de las palabras.
Hubo hace muchos años en Madrid un albañil, que se compró un diccionario de la Lengua Española y el hombre, en el descanso de su trabajo, y al llegar a su casa, sacaba el diccionario, buscaba las palabras más largas y más difíciles de pronunciar, se las aprendía, y en cualquier momento, y ante cualquier circunstancia, soltaba unas cuantas, que nunca hilaban con la conversación, mirando al auditorio con suficiencia; la misma suficiencia y la misma ciencia que este pobre producto de la cuadra de Ferraz.
Los que vivimos “aquella época” sabíamos que cuando se nombraba a un ministro, aquel hombre, por lo general, salía de la Universidad o era un Universitario número uno de su promoción. Es una buena faceta del jefe rodearse de gente inteligente, y usar sus virtudes en favor de la causa. También para eso hace falta ser inteligente.
El Zombi Zapatero, también buscaba lo mejor, pero se equivocó. Él había leído en la Biblia que las flores más hermosas brotan de entre la mierda y, mire usted por donde, se debió ir a lugar tan oloroso, y rebuscando, rebuscando, ¡zas! Fueron saliendo hasta formar el “grupo de cardos borriqueros” que nos han estado jooorobando durante los últimos siete años, cuatro meses y unos pocos días.

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