El pasado miércoles, día 20 de abril, en los prolegómenos del partido que enfrentó al Real Madrid y al Barcelona por la final de la copa de España (copa del Rey), unos imbéciles ataviados con la camiseta azul y grana, mientras sonaba el Himno Nacional, se bajaron los pantalones mostrando, públicamente, la parte de su organismo con el seguramente más habrán pecado. Después se dieron la vuelta, y entonces pudimos verles la testuz. Desgraciadamente las cámaras de televisión que capturaron las primeras imágenes, no mostraron a estos dos cabrones una vez terminado el partido. Tal vez se habrían marchado a dar alegría a sus traseros, ya que no pudieron, ellos, alegrarse con el resultado final. En principio, cabreado por aquella falta de respeto hacia lo que yo tanto respeto, pensé que la exhibición en público de algo tan horrible (porque cuidado que eran feos aquellos culos), debería ser un delito penado con años de cárcel. Pero, al venirme el recuerdo de la cara de Rubalcaba, me di cuenta que esos culos pecadores, no eran tan feos.
Cataluña, ese trozo de terreno ibérico que formó parte del antiguo Reino de Aragón; del Reino de España con la unificación, y que hasta 1932 no tuvo entidad política autónoma; la que perdió con el triunfo de Franco, en la guerra civil (de Liberación), en abril de 1939. Con los "estaputos" de 1979-2006, sobre todo este último, ha logrado un estatus, que jamás ha tenido.
Yo, en mi pequeñez, reclamo la españolidad de Cataluña, y si algunos de los que allí viven no se sienten españoles lo que deben hacer es irse a hacer puñetas lo más lejos posible de nuestra "piel de toro"; no les queremos. Y reclamo su españolidad, porque para que fuera la avanzadilla económico-industrial que fue, (ahora es Madrid), el Estado surgido del Movimiento Nacional, además de invertir muchos millones de pesetas en infraestructuras, también invirtió el hambre (mi hambre) del resto de los españoles, exceptuando las provincias vascongadas. Que no lo olviden.
Ahora, queridos camaradas y amigos, voy dar paso al segundo folio del poema: "El Contubernio de la Iniquidad", de nuestro camarada Felipe Sevilla Albarracín.
Cataluña, ese trozo de terreno ibérico que formó parte del antiguo Reino de Aragón; del Reino de España con la unificación, y que hasta 1932 no tuvo entidad política autónoma; la que perdió con el triunfo de Franco, en la guerra civil (de Liberación), en abril de 1939. Con los "estaputos" de 1979-2006, sobre todo este último, ha logrado un estatus, que jamás ha tenido.
Yo, en mi pequeñez, reclamo la españolidad de Cataluña, y si algunos de los que allí viven no se sienten españoles lo que deben hacer es irse a hacer puñetas lo más lejos posible de nuestra "piel de toro"; no les queremos. Y reclamo su españolidad, porque para que fuera la avanzadilla económico-industrial que fue, (ahora es Madrid), el Estado surgido del Movimiento Nacional, además de invertir muchos millones de pesetas en infraestructuras, también invirtió el hambre (mi hambre) del resto de los españoles, exceptuando las provincias vascongadas. Que no lo olviden.
Ahora, queridos camaradas y amigos, voy dar paso al segundo folio del poema: "El Contubernio de la Iniquidad", de nuestro camarada Felipe Sevilla Albarracín.
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Esos nacidos en España,
Que en España se cagan, y en su madre
Si por milagro la hubiesen conocido,
Antes que España prefieren el desastre,
Y se juntan unidos y se mezclan
-excrementos que funden voluntades-
Bajo el fétido aliento del demonio
A destruir España en mil mitades,
En mil trozos de todos contra todos,
Cien mil tribus sin forma ni ensamblaje,
Con un Dios y una fe que solo sirven
Para ser blasfemos sin ambages,
¡Ahora mismo, que no admite demora!
Mañana ya es ayer, mañana es tarde,
Proclamemos los nuevos santos laicos:
Al Cabrón de TERNERA y a su padre.
Sublime Rubalcaba, más sublime
Cuanto más emponzoñe al paisanaje,
Pues revueltas las aguas en el río,
Fortunas ganará del oleaje.
Invadid de oropeles calles, plazas,
Exaltemos a OTEGUI, él es quien vale
Mucho más que cualquier asesinado.
Su pistola ¡de paz! Siempre garante.
Se ayuntaron los curas, diligentes,
Con los siete pecados capitales
Por lograr -tiros previos en la nuca-
Un país sin España, siempre aparte.
De cumbre eclesial por tratamiento,
Es todo compasión y dialogante
SETIEN con la eta y los etarras,
¡Al juicio del Dios Santo se prepare!
Como mi buen camarada Rafael Estremera, yo también felicito a los que sois madridistas por el triunfo en la Copa, y por los triunfos que estás por llegar, y si alguno hay que no es VIKINGO ¡Paciencia!
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