El sábado le obligaron a realizar ante las cámaras de televisión el simulacro de haraquiri, y el domingo lo mandaron a Murcia, a decir unas cuantas gilipolleces vanas, para contentar a unos pocos huertanos mal informados – los panochos son paisanos míos, y los quiero-, al punto de no estar enterados de su defunción; de su óbito; de su muerte política a manos, como decíamos ayer, de sus “Marcus Brutus”. Dentro de unos pocos meses será otro parado más; en estos momentos, un zombi de sonrisa bobalicona.
Murcia fue la primera parada de su periplo electoral, como chico de los recados por cuenta ajena, sin más premio que el “presidente, presidente” melancólico, de algún imbécil, más imbécil que el señor “presidente”. Para estos menesteres ha quedado el adalid del talante; el querubín de las cejas anguladas; el paladín de los mariquitas.
Magro trabajo le queda a Rodríguez: ser paseado por toda España, como el cadáver de don Felipe “El Hermoso”, llevando como su doña Juana “La Loca” a Zerolo, cabello al viento, dando saltitos a su alrededor, mientras va emitiendo grititos orgásmicos.
Es cuestión de dignidad. Este descerebrado, si tuviera una brizna de vergüenza, pundonor y lo que hay que tener, que decía el personaje de la zarzuela, hace muchos meses que debería haber presentado su dimisión, y haberse ido a África, a que lo devorara un león. Pero no; él, como el tonto y la tiza; la tiza se ha gastado, pero el tonto sigue, como el conejo de “Duracel”.
Y, ¡ya está contento el personal! A partir de ahora, todo irá mejorando… ¡Ay tontuelos! Estos del PP, son más inocentes que el asa de un cubo. Ahora queda lo peor; el señor Rajoy y su equipo “A”, como don Quijote, deberán demostrarnos a los españoles –estamos todos con la lupa en la mano- que son capaces de arreglar los entuertos que la asquerosa “progresía” ha ido creando por su peculiar falta de inteligencia: ley de matrimonio Gay; ley de la memoria histórica; asunto “faisán”; esclarecimiento de lo sucedido el 11-M; los casos de corrupción propios y ajenos; revisión de los estatutos de autonomía existentes; regulación del bilingüismo; reducción de los cargos políticos (senadores, diputados, concejales y, sobre todo, asesores) a lo estrictamente necesario… y ya que estoy pidiendo, que me toque una buena bonoloto.
Ardua tarea que, dentro de este desgraciado sistema político que nos está tocando sufrir, seguro que encontrará más dificultades que ayudas.
Señor Rajoy; señores del PP; no creo en el sistema (Democracia Liberal), ni creo en ustedes (pienso que les faltan “GUEVOS”), pero les prometo que rezaré para que Dios nos eche una mano, iluminándoles a ustedes el camino por el que se llega a las cosas bien hechas, o por lo menos, suficientemente hechas.
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