La pujanza del FN en Francia, dirigido por Marine Le Pen, ha puesto ascuas en los bajos de los políticos franceses. Las perspectivas para las próximas elecciones presidenciales que se celebrarán en mayo de 2012, son muy esperanzadoras. En un sondeo, a continuación de las recientes elecciones (ayer, la segunda vuelta) le auguran un 21 por ciento de apoyo; a los socialistas el 34, por delante de Nicolás Sarkozy (17). Marine Le Pen tiene mucho mérito, además de un valor imponente; no le arredra el tenerse que fajar, por delante con el socialista Strauss Kahn, y por detrás con Sarkozy. ¡Qué les den! seguramente dirá, mientras camina firme, con la mirada limpia hacia el triunfo.
¿No os da envidia? A mí, mucha; ganas me dan de marchar a París, raptarla y una vez aquí, rogarle que nos encauce, ya que, aunque parezca mentira, llevamos treinta y cinco años políticamente huérfanos, y sin posibilidad de encontrar quien nos adopte. Es lastimoso (ya sé que me pongo pesado) que después de cuarenta años de buen funcionar, no haya quien, como Marine, tome la antorcha, y se ponga a la cabeza de la marcha.
Todos los días en el periódico El Mundo, a través de una pequeña consulta popular, va diciéndonos cómo va la carrera emprendida, presuntamente, por varios gerifaltes/as del PSOE hacia la primera posición en la papeleta electoral. En la etapa de ayer a hoy, el presidente Rodríguez va perdiendo posiciones rápidamente debido al cambio de montura: se ha subido a lomos de un burro viejo, de muy ricos arreos; y me da que, como todos los burros viejos y resabiados, a poco de la meta le desmontara dando una gran cabriola, que llevará a Rodríguez a estrellarse contra el pavimento.
La situación de Rodríguez, me recuerda que había un dúo musical (uno tocaba la guitarra y el otro cantaba) que fue contratado para amenizar las fiestas de un pueblo; los chicos cantaron su repertorio y cuando terminaron la última canción, el público rompió a aplaudir, y de voz en cuello les pedían otra. Después de repetirse ovación y los bises quince veces, el cantante dirigiéndose al público, se excusó: “les estamos, mi compañero y yo, muy agradecidos por los aplausos, y estamos muy contentos por haberles gustado tanto, pero ya es muy tarde y nos tenemos que volver a Madrid”.
Y fue entonces, cuando desde el público salió una fuerte voz diciendo: “de eso nada, de aquí no os vais mientras ese no aprenda a tocar la guitarra, y tú a cantar”. Parece ser que eso, más o menos, fue lo que los cuarenta y cinco “turistas” que visitaron la Moncloa, le dijeron a Rodríguez: “tú de aquí no te vas, mientras no hagas todas las reformas que te ha mandado la “madrina” Merkel.
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