"El que no sabe es un imbécil. El que sabe y calla es un criminal". Sencillo ¿verdad?
Nos gobiernan los imbéciles, llevándonos a la ruina, mientras tanto “criminal” asiste al espectáculo inmóvil y callado. He puesto comillas en la palabra criminal, y ya estoy arrepentido. He hablado con gentes de mente lúcida; afamados abogados, doctores en distintas ramas de la ingeniería, médicos de los que curan de verdad, no como el tristemente doctor Montes,- por cierto, Montes no es el médico que ha asistido, para su bien, a Rubalcaba-, arquitectos y un largo y variado etcétera de personas, la que menos, cien mil veces más capacitada, que todos estos socialistas de caca juntos. Y siempre que la ocasión fue propicia les hacia la misma pregunta: ¿no os da lacha ver a todos estos “caspas” como deshacen lo que nos costó tanto sacrifico alcanzar? Como respuesta me habría servido la que me soltó el primero a quien pregunté: “yo no soy político; eso queda para la gente joven y romántica”. De juzgado de guardia. La deserción de los mejores, da paso a toda esta caterva de golfos: tahúres fulleros, estafadores, ladrones barriobajeros, etc. Y todos, impostores de la inteligencia.
“Quizá nos está bien empleado; estábamos tan entretenidos buscando lo mejor, sin darnos cuenta que lo mejor, lo habíamos olvidado”. Seguramente ahora, en este país, que no es mi España, habrá quien piense, con buena voluntad, que “eso” que estaban buscando, y algunos cínicos se jactan de haber luchado hasta alcanzarlo, no es este “ricino” que nos están obligando a tragar. Y no hay excusa que les exima de la culpa de haberse dejado dar el timo de la estampita, por “el listo” y “el tonto”. Y lo peor, es que jugaron los burros, y seguimos pagando los arrieros.
Lo que me tiene asombrado. Me asombra, en la misma medida que me apena, vernos rebozados en tantas calamidades, y comprobar que a las mujeres españolas les faltan “ovarios” y a los hombres nos faltan “cojones” para echarnos a la calle a exigir que se nos gobierne bien, como Dios manda. Ya que nos sale tan caro, y como de momento no se vislumbra la posibilidad de una revolución, guay, deberíamos despedir, como a una criada ladrona, a estos que son tan malos, y probar con los otros, a ver si tenemos mejor suerte.
¡Claro! Yo, tampoco me hago muchas ilusiones pero… ya no hay Joseantonios ni Francos.
Nos gobiernan los imbéciles, llevándonos a la ruina, mientras tanto “criminal” asiste al espectáculo inmóvil y callado. He puesto comillas en la palabra criminal, y ya estoy arrepentido. He hablado con gentes de mente lúcida; afamados abogados, doctores en distintas ramas de la ingeniería, médicos de los que curan de verdad, no como el tristemente doctor Montes,- por cierto, Montes no es el médico que ha asistido, para su bien, a Rubalcaba-, arquitectos y un largo y variado etcétera de personas, la que menos, cien mil veces más capacitada, que todos estos socialistas de caca juntos. Y siempre que la ocasión fue propicia les hacia la misma pregunta: ¿no os da lacha ver a todos estos “caspas” como deshacen lo que nos costó tanto sacrifico alcanzar? Como respuesta me habría servido la que me soltó el primero a quien pregunté: “yo no soy político; eso queda para la gente joven y romántica”. De juzgado de guardia. La deserción de los mejores, da paso a toda esta caterva de golfos: tahúres fulleros, estafadores, ladrones barriobajeros, etc. Y todos, impostores de la inteligencia.
“Quizá nos está bien empleado; estábamos tan entretenidos buscando lo mejor, sin darnos cuenta que lo mejor, lo habíamos olvidado”. Seguramente ahora, en este país, que no es mi España, habrá quien piense, con buena voluntad, que “eso” que estaban buscando, y algunos cínicos se jactan de haber luchado hasta alcanzarlo, no es este “ricino” que nos están obligando a tragar. Y no hay excusa que les exima de la culpa de haberse dejado dar el timo de la estampita, por “el listo” y “el tonto”. Y lo peor, es que jugaron los burros, y seguimos pagando los arrieros.
Lo que me tiene asombrado. Me asombra, en la misma medida que me apena, vernos rebozados en tantas calamidades, y comprobar que a las mujeres españolas les faltan “ovarios” y a los hombres nos faltan “cojones” para echarnos a la calle a exigir que se nos gobierne bien, como Dios manda. Ya que nos sale tan caro, y como de momento no se vislumbra la posibilidad de una revolución, guay, deberíamos despedir, como a una criada ladrona, a estos que son tan malos, y probar con los otros, a ver si tenemos mejor suerte.
¡Claro! Yo, tampoco me hago muchas ilusiones pero… ya no hay Joseantonios ni Francos.
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