Ayer nos enteramos, yo por Esradio, de que el presidente Rubalcaba se encuentra ingresado en el hospital “Francisco Franco”, ahora Gregorio Marañón, aquejado de septicemia; le deseo una rápida mejoría, y un total restablecimiento, para que, a su debido tiempo, caiga sobre su notoria joroba todo el peso de la ley, si es que la ley le encuentra culpable de los delitos que -supuestamente, según dicen algunos periódicos de tirada nacional-, ha cometido.
Para los políticos españoles -él lo es-, la conciencia es una inquilina en sus cerebros que les grita de contínuo, pero con la que, salvo en casos muy graves, terminan por entenderse a las mil maravillas.
Al presidente Rubalcaba, los chillidos de su conciencia, deben de ser el motivo por el que tiene tan mala cara, aunque la intente esconder detrás de la barba ramplona que normalmente “luce”, que, como digo, no le sirve de escondite; si no fuera por su oscuro pasado y presente, a todos nos haría gracia, por su gran parecido con la cara de “Carpanta”, aquel personajillo de los tebeos, que siempre tenía hambre, y vivía bajo un puente. Como desgraciadamente les está ocurriendo a muchos españoles; algo en lo que él comparte responsabilidad con el resto del gobierno.
La infección en la sangre, era una enfermedad que nunca podría haber pensado que este personaje pudiera padecer, debido a la mala sangre que de ordinario hace gala en sus comparecencias en el hemiciclo de las Cortes, o en sus declaraciones en los medios.
Mi amigo, el que de vez en cuando me cuenta algún cotilleo, al enterarse de la infección del señor Rubalcaba, me dijo, “pues eso es que se ha debido morder la lengua”. Mi amigo, que normalmente se comporta como un buen cristiano, en este caso no ha podido resistirse a la tentación, cosa que yo le he recriminado: tú eres un buen cristiano… no me ha dejado seguir.
Y ya, en primer tiempo de enfado ha remachado: “mira Eloy, este individuo, es la auténtica cara de esta democracia: ramplona, inmoral, choricera y traidora. Una autentica alhaja. Y él es un personaje muy astuto”.
Decirle astuto es lo mismo que mediocre. Pero no en maldad.
Para los políticos españoles -él lo es-, la conciencia es una inquilina en sus cerebros que les grita de contínuo, pero con la que, salvo en casos muy graves, terminan por entenderse a las mil maravillas.
Al presidente Rubalcaba, los chillidos de su conciencia, deben de ser el motivo por el que tiene tan mala cara, aunque la intente esconder detrás de la barba ramplona que normalmente “luce”, que, como digo, no le sirve de escondite; si no fuera por su oscuro pasado y presente, a todos nos haría gracia, por su gran parecido con la cara de “Carpanta”, aquel personajillo de los tebeos, que siempre tenía hambre, y vivía bajo un puente. Como desgraciadamente les está ocurriendo a muchos españoles; algo en lo que él comparte responsabilidad con el resto del gobierno.
La infección en la sangre, era una enfermedad que nunca podría haber pensado que este personaje pudiera padecer, debido a la mala sangre que de ordinario hace gala en sus comparecencias en el hemiciclo de las Cortes, o en sus declaraciones en los medios.
Mi amigo, el que de vez en cuando me cuenta algún cotilleo, al enterarse de la infección del señor Rubalcaba, me dijo, “pues eso es que se ha debido morder la lengua”. Mi amigo, que normalmente se comporta como un buen cristiano, en este caso no ha podido resistirse a la tentación, cosa que yo le he recriminado: tú eres un buen cristiano… no me ha dejado seguir.
Y ya, en primer tiempo de enfado ha remachado: “mira Eloy, este individuo, es la auténtica cara de esta democracia: ramplona, inmoral, choricera y traidora. Una autentica alhaja. Y él es un personaje muy astuto”.
Decirle astuto es lo mismo que mediocre. Pero no en maldad.
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