Ya se ha vuelto a abrir la veda de la caza del “paisa”. Al moro Muza (Muammar Al-Gaddafi) le echa llamas y le huele la cabeza a humo de pólvora. Este pintoresco y pinturero moro no es uno de esos que venden colonia o alfombras en la cabecera del Rastro. Este moro, que le hemos visto por televisión con la jaima al hombro e instalada, sin ir más lejos aquí, en Madrid, es el que ha pagado el gasto multimillonario de la campaña electoral (que jodío, el que no cree en la democracia) a más de uno de los presidentes de gobierno de la, ahora, escrupulosa Europa. Todos estos politicastros de tres al cuarto que claman respeto para los libios desafectos a Gaddafi, son los mismos que le pasaban la mano por la chilaba, y le reían las gracietas, mientras le rogaban inversiones, jurándole amor eterno.
Personalmente a mí, este moro me hace menos gracia que “los Morancos”, pero menos gracia me hace ver al “Tonto del carrete” que está de ocupa en la Moncloa, erigirse en paladín de la justicia, cuando no hace mucho se marchó de Irak, con la bacinilla entre las piernas, ganándose el reproche de los países que hasta ese momento eran nuestros aliados, nosotros de ellos, para ser exactos, y dejándonos a los españoles como unos cobardes informales. Desgraciadamente, este inútil de triste figura, por el extranjero, pasa por ser el prototipo del “torero español”: desgarbado, patoso, soso y bobalicón.
Mi amigo, del que ya os he hablado otras veces dice: “en esta vida solamente hay que tener miedo a una vaca recién parida, y a un hombre desesperado”. Este sansirolé, desde hace un tiempo, es un ¿hombre? desesperado huyendo de la vaca recién parida; esperando que el milagro de Lázaro se repita en su persona, a pesar de que presume de agnóstico. Para ello intenta aferrarse a dos asideros que, en su estupidez, cree que le salvarán el tipo y le ayudarán a recobrar el mando en el consejo de ministros y en la secretaría general del partido: la negociación con la banda criminal ETA, que espera que sea definitiva, y una actuación relevante en la mini guerra contra Libia. ¡Qué no, hombre; que él no piensa ir al frente!
¿En que estaría pensando la gente, cuando le dieron su voto? Lástima que a todos esos gilipollas, en ese momento, no les sobrevino una cagalera. Y no contentos van, y le vuelven a votar. ¡Qué país!
Una observación: ¿os habéis fijado que todos estos déspotas son socialistas? ¡Joder, que tropa!
Personalmente a mí, este moro me hace menos gracia que “los Morancos”, pero menos gracia me hace ver al “Tonto del carrete” que está de ocupa en la Moncloa, erigirse en paladín de la justicia, cuando no hace mucho se marchó de Irak, con la bacinilla entre las piernas, ganándose el reproche de los países que hasta ese momento eran nuestros aliados, nosotros de ellos, para ser exactos, y dejándonos a los españoles como unos cobardes informales. Desgraciadamente, este inútil de triste figura, por el extranjero, pasa por ser el prototipo del “torero español”: desgarbado, patoso, soso y bobalicón.
Mi amigo, del que ya os he hablado otras veces dice: “en esta vida solamente hay que tener miedo a una vaca recién parida, y a un hombre desesperado”. Este sansirolé, desde hace un tiempo, es un ¿hombre? desesperado huyendo de la vaca recién parida; esperando que el milagro de Lázaro se repita en su persona, a pesar de que presume de agnóstico. Para ello intenta aferrarse a dos asideros que, en su estupidez, cree que le salvarán el tipo y le ayudarán a recobrar el mando en el consejo de ministros y en la secretaría general del partido: la negociación con la banda criminal ETA, que espera que sea definitiva, y una actuación relevante en la mini guerra contra Libia. ¡Qué no, hombre; que él no piensa ir al frente!
¿En que estaría pensando la gente, cuando le dieron su voto? Lástima que a todos esos gilipollas, en ese momento, no les sobrevino una cagalera. Y no contentos van, y le vuelven a votar. ¡Qué país!
Una observación: ¿os habéis fijado que todos estos déspotas son socialistas? ¡Joder, que tropa!
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